Para las petroleras, en este momento la Argentina es Disneylandia. Porque mientras en todo el mundo las compañías sufren a medida que cae el precio del barril de crudo -el viernes orilló u$s 40 en Estados Unidos-, en nuestro país el precio interno es casi el doble. Tal situación, por un lado, sostiene con alambre los ingresos de las compañías, las provincias, los trabajadores y el Estado, que evitan un ajuste en puestos de trabajo e ingresos, pero lo hacen en parte gracias a un subsidio cruzado que pagan los consumidores cuando llenan el tanque. Al mismo tiempo, según críticos, tal brecha entre el precio local y el externo puede desincentivar inversiones, porque como pasó durante años cuando el crudo costó cerca de u$s 100 el barril, aquí también se pagaba menos. Según Perfil, a raíz del acuerdo impulsado por el Gobierno a fines de 2014 para mantener los niveles de inversión en el país, se estableció que se reconocería un precio interno discrecional del crudo, que oscila entre los u$s 63 y los u$s 77, en función de su calidad (Medanito, en Neuquén, o Escalante, en Chubut). Además, el Gobierno accedió a subsidiar de forma directa a las petroleras que exportan crudo con un incentivo de hasta u$s 6 por barril exportado. En EE.UU., la cotización del WTI -el valor del crudo de Texas- cayó hasta los u$s 40,65 el viernes como resultado de menores compras de Europa y China, que crecen menos. En una reunión que se realizará el 6 de septiembre en Neuquén, los gobernadores petroleros le plantearán al candidato oficialista, Daniel Scioli, que si gana siga con la política de precios diferenciales.