Las protestas y los bloqueos de rutas amenazan con ser una postal cotidiana en los suburbios de Zárate, donde se levantan las centrales nucleares conocidas como Atucha. A fin de mes, dejarán de trabajar allí 1.800 obreros y es todavía incierto el curso que tomará el proyecto de construir otra planta, que inicialmente iba a llamarse Atucha III. Según La Nación, los reclamos de los gremios se expandieron y advirtieron que la situación se agudizará si no hay una señal clara desde el Gobierno. Tras una transición desprolija y sin intercambio de información, la gestión macrista tomará recién mañana posesión de Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA), la operadora de Atucha. Asumirá como presidente el ingeniero Omar Semoloni. Reemplazará a José Luis Antúnez y a su directorio, quienes renunciaron el jueves pasado en rechazo a los despidos y al bajo presupuesto asignado ($ 4.800 millones), según argumentaron. El presupuesto al que hizo mención Antúnez fue asignado por el gobierno de Cristina Kirchner, en 2015. Antúnez y el resto de integrantes de la vieja cúpula de NA-SA respondían históricamente al ex ministro de Planificación Federal Julio De Vido. Nostálgico, el ahora diputado nacional no logra aún despegarse de su sueño de la autonomía energética y del gran plan nuclear. Tuvo hace tres semanas un divertido cruce epistolar con una diputada provincial de Cambiemos a través de solicitadas publicadas en el diario La Voz de Zárate. A página completa y con errores ortográficos, De Vido defendió la política de inversiones de la gestión kirchnerista y reivindicó el acuerdo con China por el proyecto de Atucha III.