En 2015, la máxima gerencia deYPF, la mayor petrolera del país, estaba decidida a lanzar una licitación privadapara contratar a un proveedor confiable de mantas oleofílicas en las locaciones petroleras de Neuquén. Por medio de un informe interno realizado unos meses antes, la compañía bajo control estatal había constatado que el uso de las mantas exigidas por la provincia patagónica –desde 2010 su uso es de carácter obligatorio, según lo establecido por la disposición 111 de la Secretaría de Medio Ambiente de Neuquén-, aprovisionadas fundamentalmente porla empresa Real Work, no estaban cumpliendo con las metas ambientales establecidas.
Todo lo contrario.Por su precaria calidad y confección técnica, las mantas de Real Work habían incrementado la cantidad de residuos peligrososgenerados por la petrolera. Así quedó registrado en el informe denominado “Uso de las mantas oleofílicas, provincia de Neuquén”, presentado internamente en junio de 2015.
El documento proyectó para ese año un total de 85.000 metros cúbicos (m3) de residuos peligrososoriginados por la utilización de ese tipo de mantas. Cuatro veces más que en 2013 (22.000 m3).
El análisis justificó la decisión de YPF de realizar una licitación para buscar y desarrollar nuevos proveedores. Sin embargo, el plan quedó trunco por la negativa de la política neuquina, en especial de Guillermo Pereyra, líder del sindicato de petroleros privados de la provincia y a su vez senador nacional por el MPN.
Recientemente, el diario Río Negro denuncia que la firma Real Work mantiene vínculos comerciales con Pereyra. Sólo en 2015, la empresa le facturó a YPF US$ 54,6 millones, según información a la que accedió este medio. En 2013 habían sido US$ 46 millones y en 2013, US$ 14,7 millones.
En julio de 2015, una vez conocida la intención de YPF de licitar la provisión de mantas oleofílicas, el gremialista concurrió a la torre de Puerto Madero dispuesto a frenar la iniciativa. “La provincia no los va a autorizar a incorporar nuevos proveedores”, advirtió Pereyra a tres ejecutivos de máximo nivel de la petrolera. Neuquén creó un registro especial para inscribir a las empresas autorizadas a comercializar este tipo de mantas. El registro funciona bajo la órbita de la Secretaría de Medio Ambiente, que en 2015 estaba a cargo de Ricardo Esquivel. En aquella reunión clave en la torre de YPF, Pereyra se comunicó personalmente con el funcionario para que éste comunicara extraoficialmente la oposición de la provincia a la licitación que preveía realizar la petrolera.
Finalmente la negativa de la gobernación neuquina surtió efecto y la licitación de YPF fue historia y nunca terminó de concretarse. Pero la utilización de las polémicas mantas siguió ocupando un lugar relevante en la agenda de las empresas petroleras, fundamentalmente porque representan un incremento de los costos operativos en los yacimientos neuquinos.
Concretamente, el documento pone énfasis en las deficiencias que tienen las mantas sobre el cuidado del medio ambiente a la hora de evitar derrames, en las limitaciones prácticas en para su utilización y en los riesgos de accidentes que genera para los operarios al momento de instalarlas o desarmarlas.
Las mantas oleofílicas supuestamente sirven para contener y absorber los derrames que se producen en las operaciones hidrocarburíferas. Se trata de un sistema de paños de tela sintética o de algodón que permite el pasaje del hidrocarburo hacia su interior, donde está el absorbente oleofílico orgánico o inorgánico (por lo general contienen plumas de aves).
La controversia sobre la utilización de estas mantas viene desde 2006. En 2014, por caso, con una demanda creciente producto del fenómeno de Vaca Muerta en la cuenca neuquina, se amplía el uso para las locaciones con perforaciones no convencionales.
Como principal punto negativo, el documento afirma que las telas no se pueden reutilizar y generan residuos peligrosos que deben trasladarse para el tratamiento final de incineración.
YPF detalla que estas mantas tienen “imposibilidad de recuperar el fluido derramado. El fluido es adsorbido por la manta, haciendo imposible su recuperación y reutilización en el mismo proceso”.
Resalta las “limitaciones de reutilización. Una vez saturadas, las mantas no pueden reutilizarse. Su reutilización está limitada por la resistencia mecánica propia de la manta, la manipulación, la saturación con fluido y por las condiciones climáticas”.
Las mantas generan “un gran volumen de residuos sólidos peligrosos, que deben gestionarse hasta su disposición final (emisiones por acopio y tratamiento, necesidad de disponer el sólido resultante del tratamiento, contaminación por vuelo de componentes durante el acopio)”.
Según el texto, “no son aptas para usos en zonas con condiciones de viento y/o lluvia”. Además, la petrolera estatal registró “en 46 días cuatro incidentes industriales relacionados con las mantas”.
YPF sostiene que estas mantas no están a la altura de lo que pretenden cumplir. Como reemplazo, propone utilizar las bandejas contenedoras, que pueden sujetar 50 litros de líquido mientras las mantas solo alcanzan a 14 litros.
Se trata de enormes bandejas donde el líquido de un posible derrame cae sobre una superficie y es contenido ahí mismo. No necesita absorción como las mantas. Por este motivo, YPF afirma que son mejores operativamente para evitar derrames en las locaciones y no se impregnan de hidrocarburos.
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