El boom de inversiones para desarrollar Vaca Muerta y un nuevo contrato para proveer equipamiento a YPF en su refinería de Luján de Cuyo motivaron a la firma mendocina a regresar al mercado petrolero.
Pese a sus 35 años de trayectoria y know-how en el abastecimiento de soluciones para yacimientos, destilerías y plantas petroquímicas, desde hace un tiempo Impsa optó por dejar de lado el negocio hidrocarburífero y concentrarse casi exclusivamente en la realización de proyectos hidroeléctricos, eólicos y nucleares.
Sin embargo, el auspicioso panorama que viene ofreciendo Vaca Muerta, en la Cuenca Neuquina, y la rúbrica de un importante contrato con YPF para equipar su refinería de Luján de Cuyo, en Mendoza, llevaron a la empresa de la familia Pescarmona a reconsiderar su estrategia corporativa.
De acuerdo con el CEO de la entidad, Juan Carlos Fernández, actualmente están dadas las condiciones para volver a apostar por la industria nacional de Oil & Gas. “Cuando la organización decidió alejarse del sector, el boom de los recursos no convencionales de Vaca Muerta todavía no era tal y las inversiones en hidrocarburos estaban prácticamente paralizadas a nivel local”, explicó el directivo, que durante 18 años condujo los destinos de Impsa en Asia.
En paralelo, acotó Fernández, la firma se encontró frente a la posibilidad de colaborar con la ejecución de varios emprendimientos hidroeléctricos en Latinoamérica y el sudeste asiático. “Asimismo, tuvimos una alta demanda para participar de iniciativas eólicas en Brasil y algunas oportunidades en el ámbito nuclear”, señaló. Con la reciente reapertura de la unidad de Oil & Gas, indicó, la compañía apunta a presentarse en próximas licitaciones y contribuir activamente con el desarrollo petroquímico asociado a la puesta en valor de los hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta. “Por lo pronto, rubricamos un contrato con YPF para diseñar y ensamblar un horno destinado a la unidad de crudo y vacío de la destilería de Luján de Cuyo”, precisó el ejecutivo.
La pieza en cuestión, puntualizó, posee 22 metros de largo, 9 metros de diámetro y 270 toneladas (Tn) de peso. “Será capaz de alcanzar una temperatura de 400° para fluidificar el crudo, necesario paso previo a su procesamiento”, detalló.
En reestructuración
A mediados del año pasado, una asamblea de accionistas determinó que un 65% de los títulos de Impsa quedaran en manos de un fideicomiso integrado por el Banco de la Nación Argentina, el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y un grupo de tenedores de fondos, entre los que figura la gestora chilena Moneda.
La fundadora familia Pescarmona retuvo el 35% restante de participación en el paquete accionario de la firma, que venía de reformular su estructura para reducir su nivel de endeudamiento desde u$s 1.108 millones hasta unos u$s 430 millones. Así, su pasivo se redujo en más de un 157%.
Prevista en el denominado ‘Acuerdo Preventivo Extrajudicial’ (APE), el cual posibilitó la reestructuración de la deuda, la asamblea también contempló la introducción formal de los nuevos directores, síndicos y fiscalizadores, y la presentación de los cambios en el estatuto y el nombre de la organización. Mientras que Fernández reemplazó como CEO a Enrique Pescarmona, quien llevaba cinco décadas al mando de la organización, el nuevo Directorio de Impsa quedó constituido por Diego Grau , Eduardo Fabián D´Aiello y Eduardo Alberto Andreu. ›|‹
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