El Santo Padre participó de un encuentro al que asistieron referentes de la industria minera internacional. En ese ámbito, respaldó tanto la participación comunitaria en el sector como la implementación de modelos de economía circular.
En el marco de ‘La industria minera para el bien común’, encuentro recientemente organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Papa Francisco se refirió a la necesidad de poner la minería al servicio del bien común y advirtió sobre la necesidad de defender el desarrollo sustentable. Según sus palabras, hoy el planeta se encuentra en condiciones precarias debido principalmente a un modelo económico “voraz, orientado a la ganancia, con un horizonte limitado y basado en la ilusión de un crecimiento económico ilimitado”. “Aunque a menudo vemos su impacto desastroso en el mundo natural y en la vida de las personas, todavía nos resistimos al cambio. Necesitamos un nuevo paradigma en todas nuestras actividades económicas, incluida la minería”, expresó el líder espiritual. Como cualquier actividad económica, señaló, la minería debe estar al servicio de toda la comunidad humana. “Desde esta perspectiva, la participación de las comunidades locales es importante en cada fase de los proyectos mineros”, manifestó. A su entender, resulta esencial alcanzar consensos entre los distintos actores sociales para contar con diferentes perspectivas, soluciones y alternativas. “Pero en la mesa de discusión deben tener un lugar privilegiado los habitantes locales, quienes se preguntan por lo que quieren para ellos y para sus hijos, y pueden considerar los fines que trascienden el interés económico inmediato”, insistió. Es fundamental, remarcó, prestar atención a las tradiciones culturales y los requerimientos de las comunidades aborígenes. “Estas comunidades vulnerables tienen mucho que enseñarnos. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino un don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores”, subrayó. La minería, remarcó, debe ponerse al servicio de la persona humana y no al revés. “La atención a la protección y el bienestar de las personas involucradas en las operaciones mineras, así como el respeto por los derechos humanos fundamentales de los miembros de las comunidades locales y aquellos que defienden sus causas, no son principios negociables”, sostuvo. ›|‹
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