Históricamente se usaba para colorear vidrio o cerámica. Hace 2.600 años, los egipcios usaban compuestos de cobalto en sus esculturas. Pero en el siglo XX, se descubrió que el cobalto tenía propiedades clave en nuestras tecnologías más avanzadas.
Combinándolo con otros metales produce aleaciones que son extremadamente resistentes y estables bajo temperaturas extremas o ante elementos corrosivos. Se puede encontrar en motores de aviones, cohetes, centrales nucleares, turbinas, herramientas de corte, incluso prótesis artificiales de cadera.
Este abanico de usos lo hizo valioso, pero lo que lo ha convertido en objeto de deseo de inversores y especuladores es su papel en los cátodos de las baterías recargables. No es sorprendente que los inversores hayan bautizado a este metal como el “oro azul”.
Desde 2008, la creciente popularidad de los celulares inteligentes aumentó la demanda de baterías. Y la llegada, hace cuatro años, del automóvil eléctrico (EV por sus siglas en inglés) se apoderó de la imaginación de los comerciantes de cobalto.
Desde 2016 hasta 2018, el precio del cobalto se disparó pasando de alrededor de US$26.000 por tonelada a más de US$90.000. Más del 50% de toda la demanda de cobalto está destinada ahora para la fabricación de baterías.
Además, la Unión Europea y Estados Unidos han etiquetado al cobalto como unamateria prima clave. Sin embargo, el año pasado el precio se derrumbó.
La pasada semana, la minera suiza Glencore cerró la mina de cobalto Mutanda, la más grande del mundo, en la República Democrática del Congo (RDC), porque “ya no era económicamente viable”.
¿Qué pasó entre este auge y caída del precio del cobalto?
En resumen, el mercado se extralimitó.
Otro factor fue que varias empresas de procesamiento del cobalto, principalmente en China y África, acapararon el mineral con la esperanza de hacer fortuna a medida que aumentaba el precio. Comenzaron a deshacerse de su stock justo cuando los inversores se dieron cuenta de que la demanda de vehículos eléctricos no era tan grande como la gente esperaba.
El cobalto no despertaba mucho interés hasta que apareció el auto eléctrico, que lo necesita para tener una batería más potente. Pero la mayoría de los analistas que siguen el mercado del cobalto dicen que los fundamentos que sostienen su demanda no han desaparecido.
Los fabricantes de baterías de litio usan el 45% de la producción mundial de cobalto. A nivel mundial, ha habido cierto éxito en la regulación y el control por parte de los gobiernos y las propias empresas mineras.
Para 2020, se espera que la producción de los mineros alcance niveles récord a medida que se hacen con la producción que antes estaba en manos de Glencore.
Estiman que la demanda de cobalto para baterías de automóviles crecerá entre un 24% y un 35% cada año desde 2020 hasta 2023.
Incluso aunque Glencore vuelve a poner en funcionamiento la mina Mutanda (el cierre se atribuye a trabajos de “cuidado y mantenimiento”), y aunque los mineros artesanales produzcan hasta 40.000 toneladas al año, Heppel cree que no será suficiente para satisfacer la demanda.
Fuente: BBC NEWS
Comentarios: