El oro cayó un 24% en lo que va del año, y la plata, otro 36%. Sumado a los problemas domésticos, como las dificultades para enviar remesas al exterior, el cepo cambiario y la incertidumbre regulatoria, algunas empresas modificaron sus planes de inversión.
Por Nicolás Gandini
El precio de la onza de oro cayó un 24% en lo que va del año, el descenso más abrupto de la última década. En enero superaba los u$s 1.700 y en los últimos días de julio se estabilizó en torno a los u$s 1.300. Las principales consultoras internacionales, como Goldman Sachs, pronostican que el metal cerrará el año por encima de los u$s 1.400, pero advierten que la cotización seguirá retrocediendo en 2014. Podría caer incluso hasta los u$s 1.050 en diciembre de ese año, según sus proyecciones.
La cotización del oro responde a diferentes variables y posee un amplio componente especulativo. En los últimos tiempos, osciló en función de los movimientos de la Reserva Federal de Estados Unidos, que en el primer semestre amagó con recortar las medidas de estímulo monetario a la economía, algo que provocó una baja en el precio del metal.
El descenso no sólo motivó una caída generalizada de las acciones de las principales mineras en Wall Street y la Bolsa de Toronto. También se sintió en la economía real de los proyectos metalíferos. La Argentina no es la excepción, sin todo lo contrario. El país sumó algunos condimentos propios, como las restricciones cambiarias y la limitación para girar dividendos, así como incertidumbres regulatorias, que oscurecieron aún más un escenario que ya parecía encapotado.
El impacto de la retracción de los mercados internacionales ofrece bemoles en cada provincia. Lo que sí es una constante a lo largo y ancho del país es la exponencial desaceleración de la actividad exploratoria. La exploración “genuina”, como se conoce en la industria a la perforación fuera de brownfield o zonas de avanzada, se redujo en más del 70% en el último año, según indicaron desde Gemera, la entidad que nuclea a las mineras exploratorias.
El sur, más incierto
En Santa Cruz, la respuesta a la creación del Impuesto Inmobiliario Minero, que gravó el 1% de las reservas minables de las empresas radicadas en la provincia, fue inmediata. Dos semanas después de la aprobación del impuesto, a principios de julio, las mineras empezaron a recortar sus planes exploratorios, afectadas también por el derrumbe del precio de la plata, que cayó un 36% desde enero.
El Macizo del Deseado –región donde se concentran las tres minas en producción de Santa Cruz– es rico en metales, pero sus yacimientos se caracterizan por producir, fundamentalmente, plata. Jorge Palmés, country manager en la Argentina de la sudafricana AngloGold Ashanti –titular de Cerro Vanguardia, el mayor productor de oro y plata del distrito patagónico–, indicó que “los costos han crecido a la par de la inflación de los últimos años”. “Nos estamos acercando al precio de corte del proyecto, cuando dejaría de ser negocio explotar el yacimiento”, señaló en diálogo con El Inversor Energético & Minero.
En consonancia, la canadiense Goldcorp, que está ultimando la construcción por u$s 1.300 millones de Cerro Negro, una nueva mina de oro en la provincia, cuya inauguración está prevista para noviembre, decidió suspender la campaña de perforación de exploración prevista para este año.
“El descubrimiento de nuevas reservas sin estar aún en producción sólo aumentará la carga tributaria del Proyecto, de acuerdo con la recientemente promulgada Ley de Impuesto Inmobiliario Minero”, cuestionó la empresa mediante un comunicado.
Apretadas por la erosión de la rentabilidad a raíz de la caída de los precios, las mineras se concentrarán en la producción de los yacimientos. Apuntan a defender la estructura de costos de las minas operativas. Reducirán su capex durante 2014 y aplicarán fuertes planes de ajuste para cuidar la caja. Así lo admitió un alto directivo del sector, que aceptó que por la baja de los precios debió retraer un 50% la inversión destinada a exploración y un 40% los desembolsos para proyectos “de avance”, que apuntan a certificar nuevas reservas probadas de metales.
En su laberinto
En San Juan, epicentro del desarrollo minero de la última década, la coyuntura tiene sus propias dificultades, maximizadas por la caída de los mercados internacionales. La provincia mantenía hasta el primer cuatrimestre un importante nivel de actividad, encabezada fundamentalmente por los proveedores de servicios e insumos mineros, grandes dinamizadores de la economía provincial, de la mano de la construcción de Pascua-Lama, un megaproyecto binacional de la canadiense Barrick.
Sin embargo, en mayo la Corte de Copiapó ordenó la paralización de las obras del lado chileno al avalar una denuncia medioambiental presentada por comunidades diaguitas del otro lado de la Cordillera. En julio, el tribunal levantó la suspensión, pero la minera deberá realizar tareas de remediación para recuperar el permiso del Gobierno chileno. A raíz de eso, Barrick prorrogó por dos años –hasta 2016– la inauguración de la mina, por lo que redujo los trabajos de construcción en territorio sanjuanino.
“A medida que se estire el plazo, habrá menos flujo de inversión, pero quizás sea bueno para los sanjuaninos porque, además de mantener el nivel de actividad, fomentaremos una mayor participación de trabajadores de la provincia”, señaló José Luis Gioja, gobernador de San Juan. “En Lama seguirán trabajando entre 4.000 y 5.000 personas”, agregó.
Pero, además, la provincia se vio afectada por el descenso del precio de los metales, que, al igual que en Santa Cruz, cubrieron con un manto de dudas la continuidad de los proyectos exploratorios. San Juan posee dos importantes prospectos –Los Azules y Altar– que desde 2011 explicaron buena parte de las perforaciones en el distrito. Hoy no hay certezas acerca de cuánto invertirán en la próxima campaña exploratoria. “Creemos que la gran mayoría de los proyectos en exploración van a continuar. Pero quizás la inversión sea un poco menor”, admitió el ministro de Minería Felipe Saavedra. “Lo que sí es seguro es que el declive de los precios del oro se sentirá en la recaudación de regalías mineras de la provincia”, añadió.
Desaceleración forzada
“Las junior no están explorando. Hace más de un año las compañías empezaron a reducir la actividad. Sólo continuarán algunas productoras para elevar el nivel de reservas, pero la baja es muy marcada”, explicó Ezequiel Ochoa, de Ecominera, una empresa de exploración con base en San Juan.
Esa desaceleración se replica en Salta, que se convirtió en uno de los destinos más buscados por los inversores junior, pero que aún no pudo concretar la apertura de ninguna mina metalífera. La exploración es, en esa dirección, el camino a transitar para consolidar reservas y lanzar la construcción. Pero en los últimos meses se registró un visible parate.
“En los primeros meses de 2012 había más de 15 máquinas de perforación operativas en proyectos de la provincia. Hoy no superan los 5 equipos”, señaló Diego Pestaña, presidente de la Cámara de Proveedores Mineros de Salta.
Los trabajos de exploración en Taca Taca, de Lumina Copper, uno de los prospectos más atractivos de la provincia, están suspendidos. Y Regulus acaba de finalizar perforaciones con un solo equipo en Río Grande. “Del resto de los proyectos, únicamente los de litio mantienen algo de actividad”, concluyó el ejecutivo. ›|‹