Los barones del petróleo hoy dividen el continente americano bajo tres nombres con sus respectivas localizaciones: el petróleo convencional de México, quizás una de las alternativas más interesantes para la inversión debido al proceso de apertura del sector que atraviesa ese país; los yacimientos del llamado presalt en Brasil (en el mar del país vecino se encontraron en los últimos años reservas multimillonarias de hidrocarburos, que como contrapartida son muy difíciles y costosas de extraer), y los hidrocarburos no convencionales de la formación Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén.
Es fácil comprender, entonces, por qué el presidente y CEO de YPF, Miguel Galuccio, fue el asistente al Encuentro Latinoamericano de Petróleo y Gas que más preguntas recibió del público durante su exposición, anteayer por la mañana.
Lejos de la política argentina, Galuccio habló con soltura frente a ejecutivos y técnicos con los que comparte el lenguaje del petróleo. Dijo estar orgulloso de haber firmado un acuerdo con Chevron, reconoció que posiblemente estaba al frente del proyecto petrolero (el de la concesión Loma Campana) más importante de su vida, se refirió a la proyección de negocios de la empresa -insistió en que la compañía debe crecer con rentabilidad durante los próximos cinco años- y respondió a consultas sobre por qué los pozos petroleros en la Argentina se hacen de tal o cual manera.
Celebró que, al principio de su gestión en la compañía, una perforación costaba 11 millones de dólares, mientras que ahora bajó a por lo menos 7 millones de dólares cada pozo.
Galuccio aprovechó el encuentro para enviar un mensaje que caló hondo en los proveedores petroleros: «Necesitamos más equipos, más nuevos; tenemos que renovar la flota de rigs(unidades de perforación) y tener más servicios de soporte, todo lo que nos permita bajar los costos», enfatizó.