Los precios de los minerales esenciales para la transición energética llevan varios meses desplomándose. El ejemplo más espectacular es el del litio, clave para la fabricación de la mayoría de las baterías de los coches eléctricos, que ha perdido casi el 80% de su valor en el espacio de un año.
Actualmente, sólo Australia produce más litio que Chile. Sin embargo, el país sudamericano posee las mayores reservas mundiales de este metal blanco muy ligero. Allí se extrae del salar de Atacama, un lago salado en medio del desierto más árido del mundo. La salmuera, el agua salada en la que se encuentra, se vierte en grandes cuencas al aire libre. El litio se recupera después de que el agua se evapore. Con el auge de los coches eléctricos, muchos países quieren aumentar su producción o empezar a producir litio: Europa quiere abrir minas, y Argentina, que ya extrae este metal, podría seguir pronto los pasos de su vecino chileno. Por último, China, tercer productor mundial, sigue aumentando su capacidad de producción. Sin embargo, el desplome de los precios del litio está frenando las inversiones.
A finales de diciembre, Santiago anunció un acuerdo sin precedentes entre el gigante estatal Codelco y el gigante privado chileno del litio Soquimich para aumentar significativamente la producción en el salar de Atacama. El martes de la semana pasada, el Gobierno reveló que una treintena de salares (casi la mitad de los salares chilenos) podrían explotarse, con o sin la participación de empresas públicas. El objetivo es duplicar la producción de litio en los próximos diez años, y aumentar así las arcas del Estado a través de los impuestos.
Esta apuesta plantea una serie de interrogantes. Por el momento, la producción anual de litio supera las necesidades industriales, pero la tendencia podría invertirse a partir de 2028. Otra cuestión es si unas baterías de sodio más baratas sustituirán a las de litio. Varios fabricantes ya las han desarrollado.
Fuente: RFI
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