A los ojos de la Argentina, el viaje de un grupo de parlamentarios uruguayos a las Islas Malvinas es repudiable; a los de José Mujica y su equipo, sino inoportuno, al menos incómodo. La visita ocurre días después del encuentro en el que el presidente y Cristina Kirchner buscaron limar asperezas en Cuba en torno a los conflictos comerciales. «Son grandes, sabrán lo que hacen», dijo el mandatario al ser consultado al respecto. Según Infobae, el desacuerdo de Mujica con la «misión» que partió al archipiélago se hizo patente con la decisión de último momento del representante del Frente Amplio Jorge Pozzi de bajar del avión. Fue un movimiento acertado. Su presencia en Port Stanley habría sido interpretada como un aval oficial a un viaje que, como primer resultado concreto, evidenció el interés del gobierno kelper de contratar mano de obra uruguaya para explotar los recursos naturales que la Argentina cuestiona. «Les gustaría que hubiera algunos cientos de uruguayos en áreas como la industria de extracción de petróleo y gas, las inversiones en infraestructura, los servicios logísticos a la pesca y la actividad de los cruceros de pasajeros, muchos de los cuales recalan también en Montevideo», señaló al diario El País el nacionalista Jaime Trobo, uno de los cuatro dirigentes que estarán esta semana en las islas. Los miembros de la Asamblea Legislativa que responde a Reino Unido plantearon la posibilidad de que haya un vuelo directo a Montevideo. También que los jóvenes puedan completar el bachillerato en el colegio British School de la capital uruguaya (opción que ya se practicó en el pasado) y lograr facilidades para que el Hospital Británico de esa ciudad atienda a pacientes de Malvinas.