Tras dos años de gestiones, el gobierno sanjuanino logró emprender una obra clave: un gasoducto de 70 kilómetros que llegará desde Mendoza y elevará el volumen de gas de 1.400.000 m3 a 2.700.000 m3. el Miércoles, el gobernador José Luis Gioja se entrevistó con el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y se trajo bajo el brazo el acta que le permite oficialmente a la provincia hacer usufructo de este incremento en el suministro.
En la primera semana de mayo, entonces, se licitará la obra que está presupuestada en $299.700.000 y que tiene un plazo de obra de entre 5 y 7 meses, dependiendo la dificultad que se encuentren en el terreno, ya que enorme caño atraviesa el campo. Así lo consignó El Inversor Online.
El nuevo conducto (12 pulgadas de diámetro) saldrá de la planta compresora que se inauguró el año pasado en el departamento de Lavalle (Mendoza); y llegará a campo traviesa siguiendo -casi en paralelo- la misma traza que el actual gasoducto que provee gas natural a San Juan, pero que apenas cubre la demanda domiciliaria y que en pleno invierno resulta un cuello de botella para las industrias y la provisión de GNC. A la altura de Retamito (departamento Sarmiento) ambos caños se unirán.
El crecimiento a tasas chinas que experimentó la provincia de San Juan en los dos últimos quinquenios se topó con una barrera que, hasta ahora, resultaba infranqueable para el sector industrial: la falta de gas.
Ese fue el Talón de Aquiles para la actividad calera, la explotación mineral más tradicional en estas tierras, que tiene que recurrir en gran parte a otros combustibles (carbón sulfitado, uno de ellos), perdiendo calidad en el producto final.
Hasta ahora, por ejemplo, dos industrias que en la provincia consumen mucho gas, como Loma Negra (cemento) y Catorini (vidrio), disponen de lo que se denomina ‘’contratos interrumpibles’’, una herramienta que el Gobierno nacional cerró con éstas y otras empresas del país con la idea de priorizar en momentos de alto consumo la provisión de este servicio esencial a las viviendas.
A cambio, disponen de combustibles alternativos (por ejemplo fuel oil o carbón) a un precio diferencial. Pero las que viven en la incertidumbre son las caleras, que no gozan de dichos contratos y su suerte está atada a la temperatura.