El viceministro de Energía de los Estados Unidos, Daniel Poneman, cerró anoche, en una reunión en Olivos con la Presidente, la misión más importante que haya emprendido el Gobierno de Barack Obama en la Argentina en lo que va de la presidencia de Cristina de Kirchner. Estuvo casi tres días en el país con la agenda propia de un primer mandatario, recorrió los poderes del Estado, visitó el yacimiento de Vaca Muerta, estuvo con académicos en la Facultad de Derecho y con empresarios y políticos en discreto cóctel en la noche del martes en la Embajada de los EE.UU. Aunque el justificativo fue conocer detalles de los proyectos energéticos de la Argentina – estrella hoy en el negocio del «shale oil»-, la dimensión y la variedad de los asuntos sobre los que discurrió manifiestan un propósito más profundo y traducen un mensaje de la administración de Washington de interés en un mejor rango de relaciones con Buenos Aires. Algo que las dos partes han alentado en todo momento, aunque el follaje del proselitismo hay ocultado ese deseo de sostener acuerdos en los temas fundamentales de la agenda mutua.
La importancia de esta misión surge no sólo del interés que revista el tema energía para lad dos partes. Para la Argentina mejorar la matriz energética, variando desde el modelo autárquico del primer Kirchner a un formato menos oneroso para la balanza comecial, es clave. Estados Unidos tiene ya un pie puesto en el programa nuclear con la precalificación de la Westinghouse para una cuarta central nuclear: Ayer en la visita a Neuquén, formó parte de la comitica de Poneman el country manager de Chevrón para el acuerdo con YPF, Kevin Maneffa, y el funcionario se interesó, a la hora del power point que le propinó Miguel Galuccio en Añelo, por los compromisos entre YPF y el grupo Dow. Como ironizó un ministro nacional ayer Estados Unidos va a donde sea que haya algo de energía, aunque fuera Corea del Norte, pero lo que vino a hacer Poneman es mucho más. La dimensión del viaje justificó que bajase a Buenos Aires la embajadora en Washington, Cecilia Nahón, quien partició del tramo porteño del viaje (no se la vió ayer en Añelo), de acuerdo con lo publicado por Ámbito Financiero.
Esa es la razón por la que lo recibiera anoche la Presidente, después de estar con Jorge Capitanich, Julio de Vido, Axel Kiciloff, Julián Domínguez, Guillermo Pereyra y los opositores Ernesto Sanz y Jesús Rodríguez, entre otros tantos que agotaron su agenda.
La cartera de Energía es una especie de jefatura de gabinete en el gobierno de Obama. El jefe de Poneman, Ernest Moniz, carga con una agenda global tan gravosa como la del canciller John Kerry y su presidente lo distingue sobre los demás funcionarios; cuando Obama leyó en enero pasado el discurso sobre el Estado de la Nación, designó a Moniz un eherdo portugués que se caracteriza por su larga y aleonada melena blanca como «designated survivor». Este cargo rotativo es de extrema confianza, una suerte de edecán que tiene que estar siempre a la vista del Presidente, y es – según la ley de sucesión – quien asume en el acto el máximo cargo si por una eventualidad perdiera la vida el mandatario y su vice, para desempeñarlo hasta que se apliquen la norma de sucesión.