Tras la puesta en marcha de Atucha II
Nucleoeléctrica Argentina planea dividirse en dos compañías, una para seguir operando las centrales atómicas a su cargo y otra para manejar nuevos proyectos con miras a exportar tecnología diseñada en el país.
Ahora llamada Néstor Kirchner, Atucha II alcanzó con éxito la primera criticidad de su reactor, lo que significa que logró una reacción nuclear controlada. Tal como indicó la operadora Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) en un comunicado, el hito es “el más esperado en el proceso de instalación”, puesto que “implica el comienzo de la operación nuclear”. El siguiente paso, previo a la entrada en operación comercial, contemplará “la realización de pruebas a distintos niveles de potencia para verificar el comportamiento de los sistemas”.
La puesta en marcha de la planta no sólo representará “la culminación de un gran proyecto nacional, finalizado íntegramente con el trabajo y conocimiento de distintos sectores productivos del país”, según el comunicado de NA-SA, sino que también será el punto de partida de un proceso de reestructuración en el sector.
Un directivo de la operadora anticipó a El Inversor Energético & Minero que la idea es dividir la empresa en dos. “Aún tenemos que definir muchos detalles, pero la intención es que una unidad de negocios siga gestionando las tres centrales que tenemos a nuestro cargo, mientras que la otra se dedique a diseñar nuevos proyectos orientados a atender al mercado internacional”, señaló el ejecutivo.
Según sus palabras, NA-SA posee actualmente un gran reconocimiento a escala global gracias a su trayectoria operativa en Embalse y las ex Atucha I y II (actualmente denominadas Juan Domingo Perón y Néstor Kirchner), y a su capacidad para producir el radioisótopo Cobalto-60, de extendido uso en el campo medicinal y en la industria. “La industria nuclear se está reactivando en todo el mundo, por lo que estamos ante una excelente oportunidad para exportar nuestra experiencia y conocimiento en esta clase de tecnologías”, completó.
Año nuclear
Definitivamente 2014 no será un año más para la energía nucleoeléctrica en la Argentina. Hace pocos meses, el país fue elegido para presidir el “Grupo de Países Proveedores Nucleares”, entidad que reúne los 48 mercados más avanzados en materia de aplicaciones nucleares en todo el planeta.
Acto seguido, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) anunció el inicio de la construcción estructural de la obra civil de la Central Argentina de Elementos Modulares (CAREM-25), el primer reactor de potencia que será diseñado y construido íntegramente a nivel local.
Adicionalmente, a través de una licitación por un monto cercano a los u$s 2 millones que fue lanzada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la Argentina fue seleccionada para proveer de combustible a un reactor de investigación situado en Perú. La propuesta ganadora, elevada por el INVAP y la CNEA, incluye la fabricación de 22 elementos de combustión y 7 de control que serán destinados al reactor RP-10, dotado de una potencia cercana a los 10 megawatts (Mw).
Para completar el panorama, a esas noticias debe sumarse la inminente puesta en funcionamiento de Atucha II y la próxima extensión de 30 años de vida de Embalse. ›|‹