El gobernador de Neuquén, Jorge Sapag, y el senador y líder gremial de los petroleros, Guillermo Pereyra, están parados sobre una mina de oro o algo muy parecido. Ambos son del MPN y se disputan su provincia para determinar quién se quedará con el manejo de los millones que dejará Vaca Muerta en los próximos años. La expectativa de recaudación por regalías y otros impuestos provinciales en las siguientes tres décadas, de concretarse los acuerdos proyectados, supera los US$ 100.000 millones de dólares. Con ese panorama, Pereyra quiere convertirse en el próximo gobernador, mientras Sapag apura negociaciones en el sector de hidrocarburos con el propósito de justificar su re-re.
Según Sapag, en la próxima década arribarán inversiones (de piso) gracias a Vaca Muerta por US$ 10.000 millones. El acuerdo con YPF/Chevron le dejará, a lo largo de los 35 años, US$ 8.859 millones en regalías y US$ 2.225 millones en Ingresos Brutos. Es el principio: tanto Sapag como el CEO de YPF, Miguel Galuccio, aguardan la llegada de seis a 10 jugadores de la dimensión de Chevron, capaces de aportar entre US$ 10.000 y US$ 15.000 millones cada uno, dejando a la provincia un número que superaría los US$100.000 millones en regalías e impuestos sellos.
Neuquén, además, puede contar con los ingresos que le traerán los acuerdos de la empresa provincial GyP. Esta firmó un convenio por US$ 3.350 millones con la alemana Wintershall y cerrará contratos por otros US$ 3.000 en 2015.
En 2008, tres años antes del descubrimiento de Vaca Muerta, la inversión en la provincia fue apenas de US$ 800 millones.
Este año superará los US$ 5.000 millones. Como contrapartida Neuquén recibirá 5.000 millones de pesos en regalías contra los 3.227 millones de 2013. ¿Quién administrará los frutos de esta riqueza?
Sapag no desea hablar de su re-re, pero es un hecho que su equipo la pondrá en la agenda de la Legislatura antes de diciembre.
“Lo veo difícil, no sé si hay tiempo”, le dice a Clarín, aunque no la descarta. En lo inmediato, está el borrador de la Ley de Hidrocarburos y el complejo escenario con la Nación. “Estamos en un 50 y 50. Yo no quiero quedar como un rebelde sin causa frente al Gobierno. Hay aspectos del borrador en los que coincidimos y en otros en los que no y que no son negociables”, explica, diferenciándose de Pereyra. A Sapag lo enojan dos cosas: la embestida del Gobierno en contra las provincias (que incluye la limitación de las petroleras provinciales), y los ataques de Pereyra.