Ahora parece hasta lejano. Pero hubo un tiempo en el que el petróleo estaba caro en el mundo y el malestar de las empresas pasaba por el precio tope que les había impuesto el Gobierno a la hora de exportar parte de su producción. Por ejemplo, si el crudo cotizaba a u$s 100, las compañías «apenas» recibían un valor cercano a los u$s 80, tanto por lo que vendían al exterior o internamente a las refinerías. ¿Por qué? Porque la administración K buscaba que ese alto precio no contagie los valores de comercialización en la plaza local. Según iProfesional, ahora que el petróleo está «regalado» -y habiéndose registrado el derrumbe más espectacular de los últimos años-, el panorama cambió por completo para las compañías que operan en el sector. Actualmente, los valores del barril a nivel internacional oscilan entre los u$s 51 y los u$s 57 (WTI y Brent). De modo tal que si las petroleras que operan en la Argentina exportan, cobran ese precio. En cambio, si les venden lo producido a las refinerías locales, reciben un valor «de otro planeta»: u$s 77 por el crudo Medanito, que sale principalmente de Neuquén. ¿Por qué esa cifra? Porque es la convenida en los «viejos tiempos» y de la cual ahora las compañías no se quieren bajar. En definitiva, una diferencia que paulatinamente se va acercando al 50% (ya que el precio internacional sigue hacia abajo) ha cambiado drásticamente el escenario respecto del que imperaba en otros momentos. Hasta hace menos de dos años -cuando la cotización del barril se ubicaba en los u$s 110- las petroleras se quejaban, ya que recibían un tope de u$s 84, que era el valor fijado por el Gobierno.