El presidente Alberto Fernández adelantó que el aprovechamiento de los recursos naturales tendrá un rol central en la política económica del Gobierno. «Vaca Muerta y la minería van a ser primordiales», prometió en un almuerzo con los empresarios más importantes del país nucleados en la Asociación Empresaria Argentina (AEA).
Sin embargo, aseguró que el foco estará en el agregado de valor y no en la exportación de materias primas. Para eso, puso como ejemplo el litio: «Tenemos que hacer el esfuerzo de construir, por ejemplo, una empresa de baterías para que dejemos de venderlo como materia prima y empecemos a comercializarlo como un producto elaborado».
Asimismo, el actual ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, se refiere a que en los distintos sectores productivos debe haber una «mirada de cadena de valor».
Uno de los técnicos más activos en el armado del plan económico le asigna a este mineral un marcado protagonismo. Se trata de Diego Roger, experto en energías renovables y en desarrollo industrial y quien estuvo a cargo de la coordinación de política industrial del plan para los primeros 100 días de Gobierno que armó el PJ para Alberto F.
Oro blanco
La obsesión del nuevo Gobierno es la generación de dólares para afrontar la deuda. Es por eso que, ante cada reunión con los sectores productivos, el equipo económico hace foco en las exportaciones. En este sentido, sobran los motivos para prestarle atención al litio:
– Las ventas al mundo podrían aumentar cerca de un 230% en menos de dos años, hasta los u$s1.120 millones, según estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario
– En cuanto a la actividad, los ingresos por exportaciones se cuadruplicaron entre 2010 y 2017, producto de la suba del precio y de las cantidades exportadas
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La fuerte demanda se debe a que es un insumo clave no sólo para la fabricación de baterías de celulares y computadoras, sino que también es requerido para los vehículos eléctricos y en el campo de las energías renovables.
Estos números, tan positivos, dan cuenta además del enorme potencial. Argentina exporta carbonato de litio y cloruro de litio, dos productos primarios, sin ningún valor agregado. Por eso es que desde el Gobierno hablan de la necesidad de aprovechar este recurso natural, pero a partir de un proceso productivo que le aporte valor agregado.
«Por industrialización se entiende transformar materias primas en productos de mayor valor agregado y, en este caso, en baterías», indica el ingeniero Iván Aranda, especialista del sector y en el almacenamiento de energía.
En la región, Argentina, junto con Bolivia y Chile, concentran casi el 85% de las reservas mundiales. Es por eso que, de avanzar por este sendero, podría desarrollarse una industria varias veces multi-millonaria.
Según fuentes del mercado, un plan de desarrollo de la actividad del litio en Argentina implicaría:
– La instalación de 26 emprendimientos
– Desembolsos por u$s15.000 millones
– La generación de 180.000 puestos directos
– La obtención de una rentabilidad neta acumulada de u$s28.000 millones para el período 2020-2030
Tal proyección se basa en el despegue masivo de las energías renovables y en que 10% de las necesidades de almacenamiento sea cubierto con baterías de litio en América Latina.
«Desde este enfoque se desarrolla una industria que incorpora tecnología y conocimiento, genera numerosas fuentes de empleo y cumple con una necesidad básica: el acceso a la energía», detalla Aranda.
¿Los sojeros del litio?
En la Argentina existen más investigadores que estudian a fondo el fenómeno del litio que proyectos puestos en marcha para sacarle rédito. En la actualidad, hay alrededor de 150 científicos dedicados a investigar este mineral.
Muchos de ellos se encuentran en Innova-T, área de innovación del Conicet, que busca vincular al sector académico con el productivo. Este 2020 tendrá como eje estratégico la transición energética.
Hay dos minas operativas en el país, una en Jujuy y otra en Catamarca. Si bien hay algunas otras iniciativas, lo cierto es que se encuentran en etapa de desarrollo.
En tanto, hay cinco emprendimientos en prueba de factibilidad de proceso, cinco en exploración avanzada y otros cinco en fase de evaluación económica previa.
Los trabajos de explotación se concentran en la Puna, distribuidos en salares ubicados en Salta, Jujuy y Catamarca. En la actualidad, dos proyectos generan producción concreta: Olaroz, en Jujuy (a razón de 17.500 toneladas), y Salar del Hombre Muerto, en Catamarca (22.000 toneladas).
El primero se encuentra bajo control de una sociedad integrada por la minera australiana Orocobre y la automotriz Toyota. El segundo es propiedad de la estadounidense FMC. Entre ambos, la extracción representa el 16% de la producción mundial y contribuyen a que Argentina ocupe el tercer puesto del ranking de países productores del mundo.
Gustavo Koch, director de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) sostiene que el despegue se irá acentuando con el correr de los próximos cinco años. Energy Group y la china Jiangxi Ganfeng Lithium (GFL) son algunas de las empresas que quieren tomar el control sobre el mineral en Jujuy.
A la par de estas iniciativas, Koch argumenta que en la actualidad también se están llevando a cabo exploraciones en otras cuatro zonas de Salta y una en Catamarca.
Facundo Huidobro, titular de la Cámara de Minería de Salta, coincide en la buena perspectiva del sector: «Tenemos capitales chinos, coreanos, canadienses. La demanda será creciente», afirma a iProUP.
De cara al 2020 y 2021, se destacan dos proyectos ahora en construcción: uno de ellos refiere a la primera fábrica de baterías de litio del país y es comandado por la italiana Seri (40% de participación) y la sociedad estatal Jemse (60%). La inversión ronda los u$s60 millones.
¿Es posible avanzar en la industrialización? «Claro que sí», afirma a iProUP Federico Nacif, sociólogo e investigador de Innova-T del Conicet y autor del libro «ABC del Litio Sudamericano». Considera que es posible entre otras razones porque un país limítrofe, Bolivia, avanzó en su industrialización.
«En Chile y Argentina se explota el mineral hace 20 años y se exporta materia prima en bruto», afirma. La propuesta de su equipo de investigación abarca dos dimensiones: una relacionada con la explotación primaria y la otra con la industrialización.
– Primero, para recuperar la soberanía sobre las reservas de este material y crear una Comisión Nacional del Litio integrada por representantes de distintos sectores
– Segundo, para procesar la materia prima y avanzar en un plan que contemple industria y tecnología nacional
Para esto, piensa que debería avanzar una compañía argentina. «Una empresa pública, como YPF Tecnología o Invap, aprovecharía la gran cantidad de investigaciones que tiene el país y asumiría el desafío de industrializar el litio», explica.
Las baterías hechas con este recurso podrían producirse para diversas aplicaciones. «Lo más interesante para Argentina, y lo que más está a nuestro alcance, es la producción de aquellas destinadas al transporte eléctrico o a las energías renovables», puntualiza.
Sin embargo, surge un inconveniente para poder avanzar: la ley argentina. «El código de minería no permite declarar estratégico a este recurso, tal como ocurre en cualquier parte del mundo», asegura Nacif. Es decir, que un primer paso en cualquier plan debería ser cambiar la norma.
La actual legislación señala que el que encuentra un yacimiento puede explotarlo. Además, en los ’90 se estableció que las provincias tienen el dominio de los recursos. «El marco regulatorio se hizo al servicio de las grandes empresas», remarca.
Por su parte, el físico Walter Legnani, alerta sobre las consecuencias de que el Gobierno no avance con ningún plan estratégico. «Estamos siendo los sojeros del litio», grafica, para referirse al poco valor agregado en la cadena.
Legnani pertenece hace más de una década al grupo «Autoconvocados por el litio», equipo que plantea la importancia del valor agregado para el desarrollo económico del país.
Las estimaciones con las que trabajan son impactantes. «Por cada dólar que exportamos, importamos u$s100 en costos de batería para dispositivos tecnológicos», explica, sobre el impacto que tendría en la balanza comercial.
Pero, además, afirma que el costo de oportunidad es enorme. «Extraemos carbonato de litio a u$s10.000 la tonelada. Eso podría multiplicarse por 8 si se producen las baterías», remarca. Como con la exportación de cualquier commodity, los países quedan atados a los vaivenes de los precios internacionales.
Legnani se muestra optimista. Considera que Argentina cuenta con dos factores claves: uno, por supuesto, el recurso natural, y otro, la «materia gris» de lo avances científicos de los investigadores. El físico revela que desde el grupo de Autoconvocados fueron contactados por expertos de Italia y Alemania para invertir en el país. «En Europa no cuentan con el mineral», explica.
Sobre las inversiones, señala que para una fábrica mediana se necesitan 100 millones de euros. «No es una inversión tan grande para un grupo de inversores. Y, además, podemos mostrar el respaldo académico», remarca.
«En un año se podría poner una planta, dado que son períodos mucho menores a cualquier emprendimiento hidrocarburífero», concluye. Fuente: Iproup.com
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