El 10 de septiembre de 1914 un barco trajo a la Argentina el primer cargamento de fueloil por cuenta y orden de unaempresa que le daría origen a Shell. Era otro planeta: Europa había comenzado la Primera Guerra y la Argentina era conocida como el mundo nuevo, podio que también integraban Australia y Canadá.
Un siglo después, a Juan José Aranguren le toca presidir la empresa en su centenario. Su carrera muestra otra llamativa coincidencia: llegó a la presidencia de la compañía en el preludio del kirchnerismo, y es probable que la abandone al final de este ciclo político. En ese lapso, Aranguren despertó el enojo de Néstor y Cristina Kirchner, recibió demandas penales de Guillermo Moreno y fue acusado de promover una corrida cambiaria por Axel Kicillof. Aun así, sostiene que la Argentina es un país promisorio.
-¿Qué le dejó Shell a la Argentina y la Argentina a Shell?, preguntó La Nación.
-La empresa colaboró para que el país tuviera los recursos energéticos que eligen los consumidores. También una forma de hacer negocios, principios. Y el país le dio la posibilidad de desarrollarse en una industria en la cual es conocida.
-Tuvo muchos conflictos con el kirchnerismo, que terminaron en demandas penales contra usted.
-La administración nacional en la que me tocó ser presidente no es proclive a la discusión. En ese devenir, hubo conflictos. En marzo de 2005, el crudo subió 10% y nosotros aumentamos 4% el gasoil y un poco menos la nafta. Al Presidente no le pareció razonable y convocó a un boicot. Para mí fue un shock. En 2006 una resolución obligó a producir más gasoil en función de la ley de abastecimiento, que no estaba vigente. Nos pusieron 23 multas. En 2007, 60 multas, de las cuales 54 tenían pedido de prisión. La Justicia falló con mi absolución. El tiempo nos dio la razón. En estos años, nos enamoramos de niveles de precios en los productos energéticos que estaban por debajo de su costo. Hoy importamos 12% de la energía.
-¿Van a seguir aumentando los combustibles?
-Si alguien me dice qué va a pasar con el tipo de cambio, podría contestarlo.
-Los empresarios están preocupados por la ley de abastecimiento. En 2006, ¿alguno lo acompañó?
-No. Algunos me llamaron por teléfono para solidarizarse. Pero nadie lo hizo público. Hubo un debate en la Cámara de la Industria del Petróleo para ver si tomaba una posición uniforme. Pero el representante de Repsol YPF me dijo: «Estamos con vos, pero no lo podemos decir».