Incertidumbre. Ese es el concepto que define la situación de los grandes productores de biodiésel en el país, que son los que exportan. Después de un 2016 récord, la industria espera definiciones de los Estados Unidos, principal destino de las ventas, con casi el 90%, y de la Unión Europea, un mercado que podría reabrirse a fin de año.
El año pasado se produjeron 2,659 millones de toneladas de biodiésel, 80% más que en 2015, mientras que se exportaron 1,626 millones de toneladas contra las 788.000 de un año atrás. Esas ventas sumaron 1300 millones de dólares. El consumo interno, en cambio, prácticamente no se modificó y fue de 1,036 millones de toneladas.
El ingreso a los Estados Unidos del producto se facilitó porque en 2015 la industria argentina logró registrar en la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) su producto como sustentable. Además, la Cámara de Biocombustibles (Carbio) inscribió un protocolo de sustentabilidad que se suma a los que pueden elegir las empresas para auditar que todo el proceso de producción cumpla las exigencias.
Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, explicó a LA NACION que son «tantas las incertidumbres» que «todavía» este año puede «ser positivo o más parecido al 2015, que no fue bueno».
Además de los cambios que podría introducir Trump en la política de biocombustibles -«cualquier modificación llevaría tiempo, no sería en el primer semestre»- Molina apunta que hay dos factores que ya impactan.
Son el vencimiento en los Estados Unidos de un crédito fiscal para los mezcladores («blenders»), que pueden usar para la compra del biocombustible tanto en el mercado interno como en el externo, y el de otro incentivo como es el RIN (número de identificación renovable).
Al RIN lo otorga la EPA al productor o importador y cuando ese biodiésel se mezcla con gasoil se se puede comercializar en un mercado secundario. «Hay que esperar si se renuevan estas medidas», agrega Molina.
En el primer bimestre las cantidades exportadas cayeron 30% y el precio, respecto del pico de 2016, el 20%. Los márgenes de comercialización «se achicaron», confirmó Víctor Castro a este medio desde Carbio.
Coincide en que las expectativas del sector están atadadas a que se pueda avanzar con la resolución de la disputa con la Unión Europea y tener una definición para fin de año. La Argentina exportaba a ese mercado 1,5 millones de toneladas de biodiésel. «Aunque en los últimos tiempos la demanda bajó por distintos aspectos, sigue siendo muy interesante», describió Castro.