Después de una década abocados a alimentos y materias primas con el gigante Molinos, la familia Perez Companc está de vuelta en el negocio petrolero. E l regreso se produce con una premisa: subirse a una eventual expansión energética, pero con cero riesgo judicial en tiempos de denuncias en Brasil y la Argentina por presuntas coimas en obras públicas o importación de energía.
La semana pasada, el Grupo Perez Companc anunció que se quedó con la filial argentina de Skanska, por unos $ 900 millones. No hicieron otra cosa que recomprar SADE, su antigua constructora, que en 1999 habían cedido por un valor similar a los mismos suecos. “Ahora está más madura”, reconocen fuentes de la compañía. Fundamentalmente, la que ahora pasará a llamarse Pecom Servicios y Energía para brindar servicios a firmas petroleras, ya no participa de obras públicas, un segmento que implicó a Skanska en presuntos pagos de sobornos en la construcción de un gasoducto en 2005.
“No nos quedará ningún pasivo contingente”, explican a El Cronista en el holding. Es decir, todos los litigios abiertos quedarán bajo patrocinio de la filial sueca.
El interés de Perez Companc por volver al sector energético emergió en junio de 2014. Buena parte del trabajo de todos estos meses fue: 1) evaluar si para participar de este tipo de negocio era “inevitable” asumir algún tipo de vínculo con el sector público que pudiera entrañar riesgo judicial; y 2) armar una estructura que garantice que ello no fuera a ocurrir con el correr de los años.
“Fue un pedido directo de la familia asegurar que no habría ningún tipo de complicaciones”, expresaron altas fuentes de la empresa. La preocupación es entendible: mientras avanzó la negociación, la propia Skanska aceleró su salida de la región al verse salpicada por el escándalo Petrolao en Brasil, donde se investigan presuntos sobornos en Petrobras; y empezaron a aparecer denuncias por la importación de fuel oil bajo la órbita del Ministerio de Planificación, que conduce Julio De Vido.