En el relanzado complejo de Karachipampa
El vecino país reactivó un proyecto situado en Potosí, la meca de la extracción de plata durante la época colonial. Con una pureza de un 99,95%, los lingotes producidos serán certificados para su colocación en el mercado internacional.
Bolivia está a punto de presentar sus primeros lingotes de plata destinados a la exportación, producidos en un complejo metalúrgico de pertenencia estatal que estuvo paralizado durante casi tres décadas. Así lo anunció el ministro de Minería del país del Altiplano, César Navarro.
El logro se basa en el relanzamiento del complejo de Karachi-pampa, que llevaba inactivo unos 29 años. Localizada en el departamento de Potosí, la planta fundidora había sido construida en 1985 con la intención de procesar unas 51.000 toneladas (Tn) anuales de mineral, pero por entonces no llegó a funcionar, ya que la producción argentífera resultaba insuficiente.
A decir de Navarro, Karachipampa retomó su operación en el mes de agosto, al tratar los primeros volúmenes de plomo y plata aportados por la minera San Cristóbal, filial de la japonesa Sumitomo y de la estatal Corporación Minera de Bolivia (Comibol). “Actualmente se están adquiriendo nuevos concentrados de mineral, sobre todo impuros, para un mejor aprovechamiento de las instalaciones a fin de generar mayores utilidades. En ese sentido, los productores locales que hasta ahora dependían exclusivamente de los hornos de fundición asiáticos, europeos y norteamericanos hoy pueden venderle a Karachipampa”, aseguró el directivo.
Si bien aún no se estimaron los costos productivos con los que se manejará el complejo ni cuál será su nivel de utilidades, se prevé contratar a un centenar de profesionales. Por otro lado, se sabe que los lingotes de plata a producir tendrán una pureza inicial de un 99,95% y luego pasarán por un proceso de certificación para posibilitar su colocación en el mercado internacional. “El objetivo es acceder a un nivel óptimo de producción durante el año que viene, cuando la planta esté en condiciones de tratar unas 40.000 Tn anuales de mineral”, vaticinó Navarro.
Rica y pobre
Se dice que el Río de la Plata recibió dicha denominación, en la época colonial, por ser la puerta de salida hacia el Viejo Continente de los cuantiosos cargamentos del homónimo metal precioso que procedían del sur boliviano, más precisamente de Potosí. En efecto, desde mediados del siglo XVI hasta mediados del siglo XVII, bajo la legendaria montaña de Sumaj Orcko (en quechua, “Cerro Rico”) se situó la mina de plata más grande del mundo.
La inmensa riqueza del yacimiento y la intensa explotación a la que lo sometieron los españoles hicieron que Potosí creciera vertiginosamente. Pero el lujo y la opulencia de los conquistadores contrastaban enormemente con la explotación infrahumana de la población indígena (y, más tarde, de los esclavos importados desde África).
La extracción de plata llegó a su punto máximo alrededor del año 1650, momento en el cual las vetas empezaron a agotarse, y la ciudad entró en un declive del que ya no pudo recuperarse. Lo que salvó a Potosí de convertirse en un pueblo fantasma fue la producción de estaño, un metal al que los españoles le habían restado importancia.
La explotación de ese recurso se inició durante la primera mitad del siglo XIX. No obstante, a principios del siglo XX, la sobreproducción hizo que los precios internacionales cayeran, por lo que Potosí volvió a sumirse en la pobreza. ›|‹