Allá por 1936 Abel Peirano descubrió el yacimiento Farallón Negro en Catamarca, con la colaboración del instituto de Geología y la Universidad Nacional de Tucumán.
Así nacía Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD) que ahora lleva 61 años creando valor productivo para la Argentina, con producción minera de vanguardia, como motor de desarrollo sustentable, fruto del consenso y la innovación.
Con la participación de la Provincia de Catamarca, la Universidad Nacional de Tucumán y el Estado Nacional, desde 1958 la compañía desarrolla en suelo catamarqueño la exploración y operación de minas, así como la refinación y comercialización de la producción de los minerales.
Permanentemente se aboca a la optimización y a la seguridad de todos los procesos para mantener su liderazgo.
Trabaja con la convicción de los beneficios presentes y futuros del cuidado del medioambiente y cree firmemente que es posible el progreso en armonía con las comunidades cercanas a sus operaciones.
Hay más motivos de orgullo. Distintos instrumentos en Catamarca ponen una serie de requisitos que el Gobierno exige a las empresas mineras para realizar la actividad. Uno de ellos es la cantidad de trabajadores de origen catamarqueño que deben tomar las empresas. Salvando la distancia de que Yacimiento Mineros Agua de Dionisio (YMAD) es una firma interestadual, desde la propia empresa se informó que más del 80 por ciento de sus trabajadores en Farallón Negro son locales.
En Catamarca se estableció que el personal laboral, ya sea de planta permanente, contratado o subcontratado, por cualquier empresa minera “deberá ser en un mínimo del 70 por ciento de origen catamarqueño”.
YMAD supera los parámetros impuestos: la cantidad de empleados de Farallón Negro asciende a 470, de los cuales 394 son catamarqueños.
Los trabajadores reciben cursos, capacitaciones y formación permanente, gozando de plena seguridad laboral entre las bellísimas montañas de Belén.
Fuente: El Esquiú
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