Cerró una de cada cinco estaciones de servicio en los últimos 10 años

La lista de sectores económicos que identifican a la última década como un período de crisis es más o menos larga. Como para empezar a hacer una enumeración se podría nombrar, entre otros, a las industrias de la leche, la carne y el trigo; a los importadores netos, y a las empresas de gas y electricidad, por caso. Pero quizá ninguno de ellos tenga números tan contundentes como los dueños de estaciones de servicio: sostienen que en los últimos 10 años cerraron una de cada cinco bocas de expendio dedicadas a la venta de combustibles.

Los números surgen de un informe elaborado por Cecha, una confederación que reúne a dueños de estaciones de todo el país. Sostiene que en 2005 atendían a los automovilistas argentinos 5583 bocas de expendio. Hoy, ese número bajó a 4429, es decir, cayó poco más de un 20%.

En el medio, además, se coló una ironía: el estímulo de la economía kirchnerista al consumo interno y, en particular, a la venta de vehículos (en 2013, año clave para ese sector, se produjeron casi un millón de autos y se patentaron poco menos que esa cantidad) hizo que creciera la cantidad de vehículos en la calle pero tuvieran menos opciones para llenar el tanque. En 2005, siempre según las cifras de Cecha, había 2000 autos por cada boca de expendio. Hoy, esa cifra trepó hasta las 3066 unidades.

El presidente de Cecha, Carlos Gold, cree que hay varios factores que explican la reducción del negocio, pero destaca al congelamiento de precios que se impuso durante varios años de la década pasada como el factor más determinante. «Desde 2002 y 2003 la rentabilidad de las estaciones de servicio comenzó a caer por un tobogán por el incremento de costos, principalmente por los ajustes salariales, y los bajos precios», explicó a La Nación. «De marzo de 2005 a 2015 los salarios subieron un 1900%, pero los combustibles aumentaron 600%», agregó.

Según su criterio, los precios de venta de naftas y gasoil se mantuvieron bajos porque Repsol, dueña de YPF, la líder del mercado, así lo deseaba. En la práctica, fue el gobierno de Néstor Kirchner el que se mostró más vehemente al momento de ponerles un cepo a los precios de los combustibles. En 2005, cuando Shell aumentó los precios en sus surtidores, el entonces presidente convocó a un boicot contra la empresa. Y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, le dedicó una parte sustancial de su tiempo al frente de esa cartera a controlar las pizarras de las estaciones.

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