La dura acusación de Cristina Kirchner contra el fondo de inversión BlackRock, propietario de la imprenta Donnelley, enmarcada en la denuncia de una presunta conspiración de los holdouts para “alterar el orden económico y financiero” del país y “atemorizar a la población” pasó por alto un dato no menor: el fondo acusado es socio de YPF, la petrolera de bandera local. Son dos millones de acciones que representan un 0,55% de la compañía que preside Miguel Galuccio.
Pese al disgusto que le ocasiona la palabra a los funcionarios kirchneristas, los fondos de inversión encuentran muy atractivo invertir en la petrolera nacional. Así lo muestran los papeles: más de una decena de esa clase de emprendimientos privados está con un pie en YPF. Entre sus accionistas se cuentan nombres poco o nada conocidos en la Argentina:
El Estado argentino posee el 51% del capital accionario que le expropió a Repsol, porcentaje que le garantiza el control del Directorio de la compañía. En tanto que el 49% de YPF que no fue reestatizado flota en las bolsas de Buenos Aires y en Nueva York o está en manos de inversores internacionales.
En el listado de accionistas conformado por Bloomberg figuran casi 50 entidades que mantienen una presencia minoritaria en YPF. Salvo excepciones, la participación privada se apoya, fundamentalmente, en una estrategia especulativa: compraron barato tras la expropiación a Repsol, cuando la acción de la petrolera argentina perforó la frontera de los 15 dólares en Wall Street, a la espera de que la cotización mejore. Ayer cerró a 33,70 dólares, pero antes del default técnico motivado por el incumplimiento del fallo del juez federal de Nueva York Thomas Griesa, el ADR de YPF orillaba los 40 dólares. Así lo consignó El Inversor Online.
El mayor tenedor privado de acciones de la petrolera es el Grupo Financiero Imbursa, del empresario Carlos Slim, uno de los hombres de negocios más ricos del planeta, que heredó los títulos de YPF cuando el grupo Petersen Energía, de la familia Eskenazi, no pudo afrontar los compromisos financieros asumidos para validar su presencia en la petrolera. Slim era el garante de ese crédito, por lo que tras la reestatización –que generó la eyección de los Eskenazi- recibió un 5,68% de la petrolera. El empresario mexicano –dueño de Claro- es propietario, a su vez, de otro 2,49% de la empresa argentina a través de Inmobiliaria Carso, por lo que, en total, controla un 8,1% de YPF.