De Vido busca sostener la alianza política con Venezuela con un proyecto offshore

La relación con PDVSA, la petrolera estatal de Venezuela, uno de los grandes jugadores del mercado hidrocarburífero regional, es uno de los grandes ejes que recorre la gestión energética del kirchnerismo.

Apuntalada por el ministro de Planificación, Julio De Vido, que a lo largo de los años tejió una excelente relación con los máximos directivos de la petrolera carioca, PDVSA jugó distintos roles en relación con el mercado argentino: desde financiar la venta de fuel oil para las usinas térmicas hasta un eventual desembarco en el segmento del downtream –en 2006 sonaba como posible comprador del negocio de Shell en el país-, pasando por socio estratégico en algunos proyectos de infraestructura, como la construcción de una terminal regasificadora en Bahía Blanca que nunca llegó a concretarse.

En los últimos dos años, sin embargo, la conexión Buenos Aires-Caracas pareció enfriarse. En ese retroceso jugaron factores políticos generados en Venezuela, como la muerte de Hugo Chávez, principal impulsor de la integración entre ambos países, y otros de origen argentino, como el ascenso del ministro de Economía, Axel Kicillof, y del presidente de YPF, Miguel Galuccio, como hombres fuertes del sector energético, que optaron por definir agendas con otros prioridades.

Aún así, para De Vido, el cuidado de la relación con PDVSA sigue siendo vital. Prueba de eso es que instruyó a Walter Fagyas, presidente de Enarsa, la empresa estatal de energía, que avance en el estudio de una iniciativa offshore al sur del país en conjunto con la compañía venezolana. Se trata del proyecto Calamar, que fue perforado en los ’90 por ExxonMobil en la cuenca Malvinas. Se colocaron, en total, 20 pozos en un área a más de 25 kilómetros de la costa. Sólo uno fue descubridor de petróleo de la formación Springfiled, pero en cantidades que no justificaban su explotación comercial.

La concesión fue posteriormente revertida al Estado nacional y heredada en 2004 por Enarsa, que por mandato de su ley de creación pasó a controlar todos los bloques de exploración offshore, entre ellos los involucrados en el proyecto Calamar.

Según comentaron a El Inversor Online allegados a Enarsa, se apuntará a realizar estudios de sísmica en el área y ya se trabaja en un estudio de impacto ambiental. La iniciativa fue aprobada por el Directorio de la compañía estatal de energía, que le asignó un presupuesto de US$ 30 millones.

“El pozo descubridor que perforó ExxonMobil arrojó reservas potenciales por 25 millones de barriles que no permitían una explotación comercial del yacimiento. La intención es reestudiar el bloque con las tecnologías actuales”, explicaron fuentes cercanas a Enarsa.

La jugada que impulsa De Vido tiene, a su vez, una faceta defensiva. En los hechos, busca hacerse de herramientas para frenar una eventual avanzada de Kicillof y de Galuccio, que aspiran a quitarle la potestad sobre el offshore a Enarsa. Alegan que en 10 años la empresa presidida por Fagyas no logró impulsar ninguna inversión de peso en el Mar Argentino ni tampoco concretó la tan mentada licitación internacional de área marinas, una iniciativa que se viene postergando año tras año desde 2008.

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