En el oeste de Texas, bajo el desierto, el Servicio Geológico de los Estados Unidos descubrió esta semana un tesoro más grande que el PBI de Argentina: reservas de hidrocarburos equivalentes a 20.000 millones de barriles de petróleo y a 1.600 millones de barriles de gas natural. Al precio actual de los combustibles, el yacimiento no convencional de Wolfcamp equivaldría hoy a 900.000 millones de dólares (en 2013, el PBI argentino fue de 610.000 millones de dólares). Según el Servicio Geológico (USGS, por sus siglas en inglés), se trata de la mayor reserva de shale oil del país: multiplica por tres la capacidad del gigantesco yacimiento encontrado en 2013 en Dakota del Norte.
Wolfcamp pertenece a la rica cuenca del Pérmico, en Texas, donde las petroleras llevan desde 1920 extrayendo hidrocarburos. En los últimos años añadieron la técnica del fracking para explotar también los yacimientos no convencionales. Tuvieron tanto éxito que provocaron un cambio fundamental en la política energética de Estados Unidos, con el levantamiento en diciembre de 2015 de las restricciones a la exportación de petróleo impuestas durante la crisis energética de los años setenta.
En algunas zonas, las rocas de Wolfcamp llegan a tener 1,6 kilómetros de espesor. Aunque hasta ahora no se sabía su tamaño exacto, el yacimiento ha sido estos años uno de los principales objetivos de las petroleras. Según el USGS, en el área ya se explotaron más de 3.000 pozos inyectando líquidos a gran presión para fracturar las rocas donde se esconde el petróleo.
El descubrimiento en 2013 del yacimiento de Dakota del Norte transformó a la economía de la zona y atrajo a miles de trabajadores. La esperanza puesta en Wolfcamp es que ayude a revertir los miles de despidos que se produjeron en la industria durante los últimos años debido a la caída en el precio internacional del petróleo.
Gracias al uso del fracking, Estados Unidos es desde 2012 el país que más petróleo y gas natural produce del mundo. Junto a la decisión de Arabia Saudita de no cortar su producción y al regreso de Irán al mercado mundial tras el levantamiento de las sanciones, el fracking es uno de los factores que explican el exceso de oferta que ha deprimido los precios del hidrocarburo en los últimos años.
Pero en un mercado oligopólico como el del petróleo, no es la única explicación. De hecho, a pesar del aumento en la oferta global que implica el descubrimiento de Wolfcamp, el precio del crudo subió ayer en vez de bajar. El barril de Texas se encareció ayer 32 centavos y llegó hasta US$45,89 cuando se supo que los países de la OPEP siguen con sus planes de limitar la producción (y con ella, la oferta).
La suba de ayer habría sido aún mayor de no ser porque el dólar también aumentó de precio tras las declaraciones de Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal. (Ver en esta página) Como el crudo cotiza en dólares, cuando la divisa de Estados Unidos sube de precio, al resto de países se le hace más difícil comprar crudo y cae la demanda del hidrocarburo.
Lo que parece fuera de discusión es el acuerdo dentro del cartel de países productores para ponerle un tope a la oferta y provocar así un alza en el precio. El ministro de Energía de Arabia Saudí, Khalid alFalih, dijo en la cadena Al-Arabiya que confiaba en formalizarlo durante el próximo encuentro de la OPEP, el 30 de noviembre en Viena.
Uno de los miembros del cartel más interesados en subir el precio es Venezuela, sumida en una profunda crisis económica desde que en 2014 se desplomó el crudo. Su presidente, Nicolás Maduro, dijo el miércoles que el mercado petrolero atravesaba su crisis más grave en 50 años y que los miembros de la OPEP estaban listos para un acuerdo.
“Ya hay la suficiente voluntad para dar el paso que tenemos que dar en el mes de noviembre, un acuerdo contundente de reducción de la producción y de construir nuevos mecanismos para la estabilidad del mercado y la recuperación de los precios”, dijo tras reunirse en el Palacio de Miraflores con el secretario general de la organización, el nigeriano Mohammed Barkindo.
Barkindo, por su parte, dijo que el ciclo de precios bajos estaba “llegando a su fin” y que había afectado negativamente a todos los países productores.