El desplome que viene registrando el precio internacional del petróleo impactó de lleno en la economía argentina. El barril más barato en el mundo provocó que la balanza energética local arrojara un déficit inferior al que habían proyectado para el 2014 economistas, analistas y hasta el propio Gobierno hasta hace apenas cuatro meses.
Según datos publicados el último viernes por la Secretaría de Energía, el año pasado la diferencia entre lo que exportó e importó el país en combustibles dejó un saldo negativo de u$s 5.693,61 millones. La cifra, aún abultada pero lejos de los pronósticos más pesimistas que lo ubicaban en torno a los u$s 10.000 millones, representa unos u$s 1.000 millones menos que el resultado de 2013, cuando el déficit se ubicó en u$s 6.700 millones.
La caída del barril afecta a todos los productos que compra del exterior la Argentina como el gas, que llega desde Bolivia y por barco bajo la forma de LNG (gas licuado) o los derivados, como las naftas, el fueloil y el gasoil. Como resultado se abarataron las importaciones que el Gobierno desde el año 2010 necesitó profundizar para cubrir una demanda interna que no se puede abastecer con la declinante producción nacional tanto de petróleo como de gas. Según los números oficiales, las importaciones en este rubro costaron a las arcas del Estado unos u$s 8.505,57 millones durante 2014. El gasto implica una disminución de u$s 4.000 millones de lo que pagó en 2013. Entre octubre y diciembre, las compras externas llegaron a los menores niveles en tres años. La merma coincide con el comienzo del descenso del barril afuera, de acuerdo con lo publicado por El Cronista.
Los números todavía dan cuenta de que el agujero energético sigue a la orden del día, con los problemas que trae aparejado al sistema electroenergético, y que dista de estar cerca de solucionarse. No obstante, en un momento de plena escasez de dólares, con una soja la principal ventana de ingreso de divisas al país muy por debajo de sus máximos históricos (en Chicago la tonelada cotiza en torno a los u$s 350), la merma representa cierto alivio para el Gobierno.
Pero las importaciones de combustibles comenzaron a reducirse respecto de 2013 desde abril pasado. Tal como consignó El Cronista desde ese momento, la caída en el nivel de actividad fue el motivo en un principio de una menor demanda de energía por parte de las industrias ante un escenario más recesivo. Por esa razón también se viene registrando un descenso en las cantidades de energía importada (en diciembre y noviembre, por caso, anotaron un 1% y 26% menos medidas en términos interanuales, respectivamente). El retroceso hasta octubre además se explicó por las temperaturas de un invierno más moderado y ahora se suma un verano menos cálido, que moderan también la demanda del público.