Como es usual en cada feriado estadounidense, la plaza bursátil local se encaminaba a negociar ayer volúmenes mínimos hasta que la OPEP rompió su monotonía.
Ocurre que, ante la pérdida de una referencia externa, los inversores (en especial los institucionales) prefieren mirar el mercado desde afuera, a menos que alguna novedad los lance a tomar decisiones.
En eso estaban hasta que el ministro de Petróleo de Arabia Saudita, Alí al-Naimi, confirmó que esa organización había decidido no recortar la producción de crudo para tratar de atenuar la caída en el precio de esta materia prima como reclama, por ejemplo, Venezuela.
Esta definición tuvo un impacto inmediato en el mercado mundial, donde del crudo Brent bajó US$ 5 para cerrar a US$ 72,76 el barril, lo que implica un nuevo mínimo en cuatro años. En junio, por ese mismo barril, se pagaban US$ 115, según publicó La Nación.
Con el WTI, de referencia para el país y la región, pasó lo mismo: se desplomó US$ 4,7 para cerrar debajo de los US$ 70 el barril (a US$ 69,01 y tras haber tocado un mínimo intradiario de US$ 67,75).
La noticia rescató a la plaza local de su apatía y disparó una ola de ventas sobre Tenaris (-3,5%) y Petrobras (-2,8%). YPF (1,1%) escapó parcialmente, porque se sabe que tiene aval del Gobierno para recapitalizarse a costa de los consumidores locales. No en vano subió 60% las naftas en un año, el doble de la devaluación del peso, aunque Miguel Galuccio suele esgrimirlo como excusa para ello.
Con todo, el índice Merval no resultó afectado por la presión sobre las petroleras, aunque sólo porque las subas del 4% en Aluar y Siderar le permitieron compensar, al punto de cerrar el día con una baja apenas anecdótica de 0,01 por ciento.