Tras un largo proceso de licitación para construcción de la represa de Chihuido I, el Gobierno admitió la caída de las negociaciones con Rusia y prevé nuevas formas de financiación. Fuentes empresariales vinculadas a la obra sostienen que el Gobierno argentino tensó en exceso la relación con el gobierno de Vladimir Putin tratando de bajar la tasa de interés anual del financiamiento, prevista en un 6,5%.
Según allegados al consorcio que lidera la constructora Helport -de Corporación América, el holding de Eduardo Eurnekian-, junto con Isolux, Chediack y la rusa Inter Rao, la negociación con Rusia para destrabar la ingeniería financiera de la represa ubicada en Neuquén no fue llevada de la mejor manera.
La tensión en las tratativas que buscaban la baja en las tasas de interés, impulsadas por un equipo integrado por funcionarios de Presidencia, del Ministerio de Hacienda, que encabeza Alfonso Prat Gay, y también por la canciller Susana Malcorra, habría incidido negativamente en el humor de la administración rusa.
En la otra vereda, fuentes cercanas a la subsecretaría de Recursos Hídricos del Ministerio del Interior, encabezada por Pablo Bereciartua, a cargo técnicamente del proyecto, indicaron que la propuesta acercada por el Banco de Desarrollo y Comercio Exterior de Rusia (Vnesheconombanak) no satisfizo las expectativas de la administración de Mauricio Macri. Por lo tanto se están evaluando alternativas para solventar económicamente el proyecto que tiene un costo de US$ 2200 millones y cuya ejecución está prevista que dure entre cinco y ocho años. “Es una de las obras más costos que heredamos de la gestión anterior. En base a esto, estamos analizando algunas alternativas que están en carpeta”, señalaron allegados a Frigerio.
La construcción de Chihuido contempla el montaje de una represa multipropósito que permitirá incorporar casi 700 megawatt (Mw) al sistema eléctrico argentino, frenará las crecidas del Río Neuquén y abastecerá de agua a la región para consumo, riego y uso industrial.
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