Si todo sigue por los carriles actuales, quizá se convierta en una de las mayores ironías del kirchnerismo. El Gobierno, reacio durante la mayor parte de su gestión a aplicar ajustes en las tarifas de los servicios públicos, dejará preparados aumentos automáticos en el gas que podrían afectar a unos 3,2 millones de hogares el año próximo, cuando la presidenta Cristina Kirchner disfrute de su anunciado retiro en El Calafate. Así lo confirmaron a LA NACION empresarios del sector y especialistas en temas energéticos.
El origen del problema data de abril de 2014, cuando se puso en marcha un incremento masivo en las tarifas de gas después de más de una década. En aquella ocasión, los ministros Axel Kicillof y Julio De Vido (Economía y Planificación, respectivamente), reacios a la palabra «ajuste», ensayaron una receta de ese tipo y la enmascararon bajo la fachada de un plan de ahorro de energía. Así, establecieron nuevos valores para las tarifas, con subas cercanas al 700% a partir de agosto de ese año. Esos aumentos, sin embargo, no se aplicarían a quienes redujeran una porción importante de su consumo. Ése es el punto clave: la normativa exige un ahorro del 20% por período cada año para esquivar las subas, algo impracticable desde el punto de vista de los consumidores.
La norma original también contempla que quienes ahorren entre 5 y 20% de su consumo cada año tendrán un aumento menor. Ese grupo tendrá el mismo problema. Según los números de distribuidoras privadas a los que accedió La Nación bajo pedido de reserva, al menos un 40% de los consumidores está en esa situación. Es decir, registraron algún tipo de ahorro hasta octubre, de manera que entre abril y agosto del año próximo es muy probable que reciban facturas con un aumento sensible en el gas.
En otros términos: cada vez que un usuario ahorra, marca un nuevo piso para evaluar su consumo. Para los que registraron una merma de más del 20% este invierno y obtuvieron cuadros tarifarios sin aumentos, las posibilidades de lograr tarifas diferenciadas el invierno próximo serán sumamente complejas, ya que un nuevo ahorro del 20% implicaría una reducción del 40% de su consumo tradicional.
Una suerte similar tendrán aquellos usuarios que lograron reducir su demanda parcialmente y que por ello fueron reconocidos con valores tarifarios especiales. Es lo que les ocurrió a muchos usuarios este invierno, que habían ahorrado en 2014 pero recibieron una factura mucho más alta este año.