El litio es una clara oportunidad para la Argentina, ya que conforma uno de los tres vértices del famoso «triángulo del litio» junto con Bolivia y Chile.
El país concentra alrededor de un quinto de las reservas globales y de acuerdo con todos los análisis de mercado se consolida como el tercer gran proveedor del mundo detrás de Australia y Chile. Si todo sale bien, la Argentina debería superar pronto a China, que al cierre de esta edición permanece en el podio de los productores.
En 2021, el panorama es todavía más optimista que en 2020, el año Covid, e incluso 2019, cuando la crisis macro nacional coincidió con un exceso de oferta del mineral -entre otros ruidos- que devino en caída generalizada de los precios del litio. La tonelada de carbonato de litio «grado batería» tocó la zona de los US$ 6000 a principios de 2020 tras caer drásticamente desde fines de 2018. Al cierre de esta edición, se habían cerrado contratos en China por encima de los US$ 13.000. El triunfo de Joe «Green New Deal» Biden en Estados Unidos, las regulaciones europeas para erradicar los motores de combustión más temprano que tarde y el decisivo avance de China en sus planes de electrificación pusieron al litio otra vez en el centro de la escena.
Estas razones son las que motivaron, por un lado, un revival en los planes de inversión en las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy. Y por el otro, un rumor en los pasillos legislativos: un proyecto de un sector del oficialismo para declarar «estratégico» al litio e incluso nacionalizarlo con el propósito de industrializarlo tierra adentro o captar más renta por su exportación.
Si bien la industria prefiere no hacer comentarios, las provincias no dudan en rechazar la idea de plano. Coinciden en la perspectiva industrialista, pero priorizan antes la consolidación del mercado.
Con un total de 50 proyectos en distintas etapas de factibilización y desarrollo, hoy solo hay dos proyectos en operación: la explotación de Livent en el Salar del Hombre Muerto, en Catamarca, y la de Orocobre en el Salar de Olaroz, en Jujuy. Ambos exportaron litio por US$ 166 millones en 2019. Sus principales desafíos hoy son expandir su producción, hacer más eficiente la extracción y obtener compuestos de mayor calidad. Objetivos que pueden impactar fuertemente en la economía y preparar al sector para cuando la electromovilidad sea una realidad en América latina.
Fuente: Cronista