El Gobierno jugó ayer su carta más fuerte desde el comienzo de la ola de calor, la proliferación de cortes de luz y las protestas de usuarios. En una reunión en la Casa Rosada, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, les transmitió a directivos de Edenor y de Edesur su disconformidad con la gestión de la crisis eléctrica y les advirtió que el Gobierno estaba dispuesto a estatizar el servicio si no mejoraba.
Minutos después de la reunión, Capitanich dio una conferencia de prensa en la que repitió algunos de los conceptos que había vertido en el encuentro con los empresarios. «Aquí hay responsables. Son las dos empresas que tienen que hacer la prestación del servicio», sostuvo.
Capitanich anticipó que se aplicarán multas por incumplimiento del contrato de concesión y advirtió que «si no son capaces de brindar el servicio, entonces el Estado nacional está dispuesto a hacerlo en forma directa e inmediata».
Algunos de los asistentes al encuentro dijeron a La Nación que el jefe de Gabinete estaba especialmente molesto por cómo se manejó la comunicación de la crisis. Acusó a los empresarios de haber hecho recaer la culpa en el Gobierno.
También el coordinador del Ministerio de Planificación Federal, Roberto Baratta, criticó a las compañías distribuidoras, al reprocharles que no hayan respondido las palabras del jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri, que anteayer responsabilizó a la Casa Rosada por la crisis energética.
Por pedido de Capitanich, Baratta había convocado a las 9.30 a una reunión de urgencia. Citó a la cúpula de las distribuidoras, que desde hace años advierten sobre los problemas que tienen para prestar el servicio debido a sus bajos ingresos (ver aparte), para las 11.30. La primera parada fue Planificación. Veinte minutos más tarde, Antonio Jerez Agudo (gerente general) y Roberto de Antoni (director técnico) por Edesur, y Ricardo Torres (presidente) y Edgardo Volosín (director general) por Edenor, junto con otros ejecutivos, cruzaron Hipólito Yrigoyen guiados por Baratta para ir a la Casa de Gobierno. Allí los esperaba Capitanich, a quien habían visto el lunes de la semana pasada en un contexto distinto.