Para competir con el cobalto, que hoy gana la atención del mercado, la industria del litio debe optimizar la remoción de impurezas, según la visión del especialista Martín Pérez de Solay, quien destaca la importancia de producir con la mayor calidad posible.
A través de su subsidiaria Sales de Jujuy, la australiana Orocobre produce litio en el salar de Olaroz, en suelo jujeño, desde 2017. “Estamos obteniendo aproximadamente 12.500 toneladas (Tn) de carbonato de litio, lo que representa casi un 5% de la demanda global del recurso”, precisó Martín Pérez de Solay, Managing Director y CEO de la compañía, quien se presentó en la edición 2019 de ArMinera.
Según sus palabras, la comunidad más cercana al proyecto es la de Olaroz, la cual forma parte de los 10 pueblos de Atacama. “Para relacionarnos con ellos nos valemos de tres principios fundamentales: el respeto, la humildad y la gratitud. Así nos entendemos y vemos qué podemos aportar”, expresó.
Para Orocobre, afirmó, es prioritario brindar respuestas lógicas y cabales a las necesidades comunitarias. “Nos sentimos agradecidos de poder operar y agregar valor desde la Puna argentina. Nuestra estrategia ha sido entender los requerimientos de las comunidades y monitorear de manera permanente la forma en la que trabajamos”, resaltó el directivo.
Tal como Minera Exar, que está montando su emprendimiento en la zona, Orocobre se encuentra ampliando su capacidad operativa, lo que implica un gran movimiento en Olaroz. “Es importante, de todos modos, que los privados no nos atribuyamos el rol del Estado”, apuntó Pérez de Solay.
Hay ciertas cosas que las mineras pueden hacer por la gente, sostuvo, pero eso nos las convierte en un reemplazo del sector público. “No concebimos generar riquezas sin que las comunidades que nos rodean y participan en el proyecto tengan un beneficio por esto”, señaló.
Por estos días, opinó, se le está agregando mucho valor a la extracción de litio. “Nuestra producción se integra directamente a una de las cadenas de valor más dinámicas de la actualidad: la fabricación de baterías para autos eléctricos”, explicó.
El proceso químico involucrado, definió, es de altísima complejidad, con parámetros que varían mucho de salar a salar. “El mayor problema que enfrentamos en la producción ‘grado de batería’ tiene que ver con la minimización del porcentaje de impurezas. Hace falta muchísimo conocimiento y un proceso de prueba y error a través de plantas piloto para obtener un mejor resultado final”, argumentó.
Mercado volátil
Aunque hace poco, recordó Pérez de Solar, el litio era la vedette del mercado de las baterías, ya no lo es. “Hoy el foco de atención está puesto en el cobalto. Nuestra tarea, en este contexto, es entregar el producto de la máxima calidad posible para integrarlo a un mercado que tiene mucho por crecer”, aseveró.
Desde su óptica, la posibilidad de que el planeta pueda “quedarse corto de litio” es absolutamente irreal. “Nunca va a faltar este recurso en un mundo cada vez más electrificado por cuestiones ambientales”, puntualizó.
No obstante, reconoció, cuesta más extraer recursos que en la industria petrolera. “Necesitamos madurar más, comprender más los procesos y el mercado”, proyectó.
En ese sentido, detalló que poder venderle carbonato de litio a un fabricante de batería demanda un proceso de calificación de entre seis y nueve meses. La volatilidad del precio de este mineral obedece básicamente a que no sabemos qué tanto va a crecer el mercado de las baterías para los autos eléctricos”, concluyó. ›|‹