La observación de que últimamente el desempeño del oro como inversión ha sido decepcionante no debería sorprender a nadie. El hecho de que esto ocurra en este contexto de acontecimientos que normalmente elevarían los precios del metal precioso llama poderosamente la atención. Pero la hipótesis más relevante es que el oro podría estar perdiendo su tradicional función dentro de la cartera de inversión diversificada.
Decir que el metal amarillo impresionó poco a los inversores en los últimos dos años es un eufemismo. Casi no participó de las alzas que registraron los precios de los activos financieros; y no brindó protección alguna durante las últimas crisis en los mercados de riesgo.
Durante este período, el oro no se benefició de las tasas de interés mínimas que compensaron una de sus principales desventajas como posición financiera concretamente, que los tenedores de oro no cobran intereses ni pagos de dividendos.
El metal también mostró una inusual falta de sensibilidad ante los múltiples temblores geopolíticos, ante los temores relacionados con Grecia en torno a la moneda única europea, y la masiva inyección de liquidez por parte de los bancos centrales.
El desempeño del oro ha sido tan monótono que una creciente cantidad de hedge funds salió a apostar en contra del activo, independientemente de que su valor cayó 8% en lo que va del año (y 16% en los últimos 12 meses). De hecho, los informes sobre las posiciones indican que hay grandes ventas cortas.
Estas anormalidades históricas se deben a varias razones. Éstas sugieren que si bien los factores cíclicos cumplían un rol, los principales motores son mucho más estructurales y seculares.
Primero, los inversores encontraron maneras más directas de expresar sus visiones sobre el futuro, en particular en un mundo donde los bancos centrales tienen tanta influencia en los precios de los activos, desde la explosión de los fondos de acciones que cotizan en bolsa hasta el nivel mínimo de las tasas de interés y productos de crédito.
Segundo, el metal perdió mucho atractivo como inversión como resultado de la falta de presiones inflacionarias significativas. También lo perjudicó que en general los inversores institucionales y minoristas tienen menos interés en los commodities debido en parte al menor crecimiento global.