Después de tanta tensión entre el Gobierno nacional y los gobernadores de las provincias petroleras, principalmente el chubutense Martín Buzzi y el neuquino Jorge Sapag, la foto distendida que todos los protagonistas se sacaron en la Quinta de Olivos pareció ponerle el broche final a una larga puja de intereses por saber quién se quedará con el control del negocio petrolero en las próximas décadas. Sin embargo, según Diario Jornada el trabajoso consenso que se consiguió para cerrar un texto que ya está esperando en el Senado de la Nación iniciar su camino parlamentario no significa ni de cerca el final de la historia. Aunque estratégicamente se eligió el Senado para que el proyecto tenga menos resistencias que las que podría tener en la Cámara de Diputados, tampoco es seguro que las provincias petroleras convenzan a todos sus senadores de aprobar a libro cerrado el texto elevado el miércoles. En Chubut, por caso, si no hay un acuerdo de fondo y se aceptan modificaciones que propondrán sectores de la oposición, tanto el Gobierno nacional como el provincial sólo tienen asegurado el voto del senador Marcelo Guinle, ya que ni la dasnevista Graciela Di Perna ni el radical Mario Cimadevilla levantarán sus manos en estas condiciones. La batalla que viene por aprobar la nueva ley de hidrocarburos será casi tan dura como la que se libró entre la Nación y las provincias para llegar a un texto consensuado. Es que si bien la firma del acuerdo de la presidente Cristina Fernández de Kirchner y los gobernadores fijó ciertas pautas de equilibrio entre las partes, aún es muy pronto para saber quién ganó esta primera batalla por imponer las reglas.