Así lo afirma Diego Pestaña, presidente de la cámara de proveedores mineros de Salta
Una combinación de causas internacionales, nacionales e incluso provinciales frenó casi todos los proyectos exploratorios en el país. Según el titular de la CAPEMISA, Diego Pestaña, sólo el negocio del litio evade este proceso de desinversión.
A decir de Diego Pestaña, presidente de la Cámara de Proveedores de Empresas Mineras de Salta (CAPEMISA), la minería argentina se encuentra en uno de los momentos de mayor debilidad en los últimos 20 años por diferentes circunstancias negativas, tanto internacionales (caída del precio de las materias primas, percepción de baja en demanda y precio a mediano plazo, retiro de los inversores que apoyaban a las junior, etc.) como nacionales (aplicación de los derechos de exportación desde 2007, toma de YPF, cepo cambiario, restricción a las importaciones, prohibición de hecho al giro de utilidades al exterior, etc.) y –en algunos casos– provinciales (suba de impuestos, participación forzosa del Estado en las empresas, etc.). “Así, mientras que la actividad a nivel global padece una reducción de un 30%, en la Argentina se habla de un declive de un 85% en la exploración”, compara el directivo en diálogo con este medio.
Según sus palabras, desde el punto de vista de los proveedores mineros la situación es grave: se han paralizado prácticamente todos los proyectos en etapa exploratoria, tal es así que en Salta no hay ninguna empresa explorando recursos metalíferos en la actualidad. “La exploración es el futuro, pero sin dudas representa una inversión de riesgo. Y la Argentina cumplió con todos los pasos como para expulsarla y cerrar las puertas a los capitales genuinos”, advierte.
A su entender, hoy se observa un proceso de desinversión, con empresas que venden sus activos asumiendo pérdidas importantes y retirándose del país, y otras que han paralizado toda actividad para ver si hay un cambio de políticas en los próximos tres años. “Lo cierto es que hasta que no cambien las circunstancias actuales, y quienes las han propiciado, no volverán a invertir”, asevera.
El único rubro que observa con algún nivel de actividad es el del litio, donde al inversor le interesa fundamentalmente la provisión de un insumo a largo plazo y no tiene muchas alternativas fuera de la Argentina. “Sucede que Chile y Bolivia presentan diferente tipo de limitaciones que no hacen posible los nuevos desarrollos”, explica.
Sin oportunidades
De acuerdo con Pestaña, la perspectiva de trabajo para los proveedores en los próximos tres años es mala. “Las provincias del NOA tienen más de ocho minas con reservas conocidas y estudios avanzados, que –en condiciones favorables– podrían construirse y explotarse en no más de cuatro años. Si eso se diera, podríamos cambiar la historia en las provincias de Salta y Jujuy, pero para ello hará falta que la minería se vuelva política de Estado; que se respeten los compromisos a nivel nacional; que las provincias hagan que Nación reparta los beneficios de la actividad en las zonas donde se generan y no pretendan aumentar la excesiva presión impositiva a las empresas; que los dirigentes empresariales pongan los intereses sectoriales por encima de los particulares, y que no volvamos a ver una Cámara de Proveedores como la de Santa Cruz (que apoyó una ley que atenta contra el sector, destruye fuentes de empleo y de seguro generará menos trabajo para sus representados) ni el silencio cómplice de una Cámara que la abarca y dirige desde la Capital Federal, donde prevalecen las bajadas de línea política y no el compromiso con la minería”, señala.
Para modificar una realidad tan negativa, considera esencial asumirla tal como es. “Se paró Potasio Río Colorado, Pascua-Lama frenó su inversión, Cerro Negro está comprometido y por iniciar un pleito legal con Santa Cruz, Navidad es inviable por la ambición de los políticos, Agua Rica y Pachón se siguen postergando, Taca Taca se encuentra en la búsqueda casi imposible de un inversor y lo mismo ocurre con Lindero, Quevar y Diablillos, entre otras iniciativas”, enumera.
En su opinión, si dichos emprendimientos se situaran en Chile, Perú, Colombia o Mongolia, seguramente ya estarían en producción. “Pero aquí hay dirigentes que –mediante un relato que ya no cree nadie– nos tratan de convencer de que la solución está en la sustitución de importaciones, cuando lo que necesitamos son inversiones y sacar las trabas que paralizaron uno de los sectores más dinámicos de la economía. Hasta que no entendamos esto, la minería no va a desarrollarse, y los culpables somos nosotros, como integrantes de una sociedad que persiste en destruir sus oportunidades”, concluye. ›|‹