Reportaje al ex ministro de Economía, Roberto Lavagna
La mala administración de recursos destinados al ámbito energético explica más que ninguna otra razón, según Roberto Lavagna, las actuales dificultades que vive la economía argentina.
El inusitado crecimiento del gasto público se verifica, más que en ninguna otra área, en el sector energético, cuya importancia económica es por estos días mayor que nunca. Así lo cree el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, para quien la falta de dólares y todos los problemas subsidiarios que hoy aquejan a las arcas del Estado argentino se vinculan, ni más ni menos, con la energía. “Hasta que no haya modificaciones en la ecuación energética, no las habrá en la economía nacional”, sentenció el especialista en diálogo con El Inversor Energético & Minero.
A modo de ejemplo del crítico panorama sectorial, subraya que el último año en el que las empresas eléctricas que operan dentro del mercado local tuvieron algún tipo de superávit fue 2009. “Desde entonces, las pérdidas fueron moneda corriente. Y se trata de una situación que no se puede modificar de un día para el otro, sobre todo en un país en el que aún hay 9 millones de pobres”, advierte.
A su entender, los precios son datos fundamentales en toda economía. Y las distorsiones en éstos terminan –tarde o temprano– generando situaciones críticas. “Esto es lo que está pasando actualmente con la energía”, asegura.
Según sus palabras, la existencia de 9 millones de pobres genera un círculo vicioso de clientelismo. “Antes de la elección de 2007, de la que participé como candidato, la expansión del gasto público fue de un 50% en pocos meses, lo que tuvo su impacto en los sufragios (y también sus consecuencias, ya que la inflación nunca más bajó). Muchos recursos del Estado están mal administrados, y es por eso que la pobreza estructural no desaparece”, señala.
Lavagna pone el foco específicamente en los subsidios a la energía y al transporte. “Dichos fondos se multiplicaron por 22 en los últimos siete años. No hay caja que resista algo así”, detalla.
De hecho, sobre la base de datos aportados por la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera (ASAP), tan sólo durante 2012 los subsidios treparon hasta los $ 99.400 millones (o sea, nueve veces más que los $ 11.170 millones orientados a financiar la Asignación Universal por Hijo –AUH–). Y la energía y el transporte acapararon un impresionante 87,6% de esa cifra (55,4% y 32,2%, respectivamente).
Cóctel explosivo
Al fenomenal impacto del creciente gasto público, Lavagna añade el aumento de la presión fiscal (que en los últimos años subió 5 puntos) y la forma en la que se sigue financiando la política (es decir, con fondos públicos a los que no tienen acceso quienes no están en el Gobierno). “Este cóctel explosivo constituye el presente escenario político y económico”, explica.
Otro factor a tener en cuenta son, a su criterio, las irregularidades que continúan registrándose en los procesos electorales (problemática que no juzga para nada menor) y la progresiva pérdida de militancia (lo que se evidencia en el hecho de que hoy los fiscales sean pagos). “En suma, no resultará fácil reemplazar a quienes nos gobiernan”, sintetiza.
En su opinión, tal como lo demuestra la experiencia electoral de 2009 –cuando el Producto Bruto Interno (PBI) cayó 4 puntos–, las crisis económico-sociales sí tienen poder para gestar cambios. “Es muy duro decir esto, pero lamentablemente el sistema funciona así. Y estamos yendo por ese camino”, indica. ›|‹