Según Luis López, referente de la CNEA
El país abandonó la explotación uranífera en 1997. Sin embargo, hoy están dadas las condiciones para reactivar esa industria. Así lo cree el especialista Luis López, quien lamenta la falta de licencia social en provincias como Mendoza y Chubut.
La Argentina importa concentrados de uranio desde 1992. Esas compras (que inicialmente se acordaron con Sudáfrica) fueron creciendo con el correr de los años y llevaron al cierre total de la industria local de producción uranífera en 1997.
A decir de Luis López, jefe del área de Gestión de Proyectos de la Gerencia de Exploración de Materias Primas de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), si se analiza la factibilidad económica de los proyectos abandonados, tomando como referencia el actual precio global del uranio, junto con los costos de transporte, los seguros y las tasas domésticas, se observa un amplio margen para producir el recurso en el país por debajo de los valores internacionales.
“Debe considerarse, además, que la materia prima significa entre un 5% y un 7% del costo total de la energía nuclear a nivel nacional. O sea que no impacta demasiado en el costo final de generación”, apunta.
Según sus palabras, conducido por el Estado nacional este mercado no persigue como objetivo esencial la obtención de dividendos por la venta del recurso al exterior. “Incluso las empresas privadas apuntan a abastecer el consumo interno”, indica.
Las tres centrales nucleares del país, señala, exhiben una demanda potencial de 250 toneladas (Tn) por año. “Con apenas un yacimiento operador de manera sustentable podría cubrirse esa cifra. Lamentablemente, al carecer de licencia social en provincias como Chubut y Mendoza, debe decirse que el país tiene recursos, pero no reservas”, admite.
A su entender, hay una gran riqueza de depósitos geológicos de uranio por explotar. “Contamos con depósitos intrusivos y plutónicos, relacionados con el granito, volcánicos, en areniscas y superficiales. Existe, además, una perspectiva interesante de encontrar uranio como subproducto ligado a los fosfatos”, asegura.
En términos de recursos identificados, precisa que la Argentina posee más de 31.000 Tn radicadas en seis proyectos, cuatro de los cuales son manejados por la CNEA. “Los otros dos están a cargo de la compañía privada UrAmerica y de la pública U3O8, respectivamente”, agrega.
Seis proyectos
En Mendoza se ubica el depósito de Sierra Pintada, que estuvo en producción por casi 20 años (dejó de operar en 1997). Según López, durante ese lapso se extrajeron 1.600 Tn de uranio (hay que tener en cuenta que el registro histórico del país es de 2.600 Tn). “Aunque hoy se encuentra en stand by, se conoce muy bien su metodología extractiva, lo que favorece su reapertura. Recientemente, de hecho, se han realizado pruebas piloto en el complejo para mejorar la eficiencia productiva, tareas de movilización geológica para optimizar el diseño de mina, labores intensivas de remediación ambiental de los pasivos existentes y el programa de monitoreo ambiental permanente”, detalla.
Cuando vuelva a operar, anticipa, el complejo estará completamente renovado. “No obstante, previamente habrá que sortear las complicaciones normativas que plantea la Ley provincial 7.722, que prohíbe el uso de químicos en general (entre ellos, el ácido sulfúrico, que es el reactivo usado por excelencia para la extracción). También enfrentamos complicaciones sociales en distintas comunidades de la provincia y en los medios de comunicación locales. En ese sentido, estamos tratando de responder positivamente a las dudas y a la desinformación con una estrategia adecuada de comunicación social”, explica.
En Chubut, en tanto, se localiza el depósito de Cerro Solo, que alberga cantidades asociadas de renio y molibdeno. “Las condiciones del mercado y la posibilidad de obtener la licencia social ofrecen perspectivas razonables para la viabilidad técnica del proyecto. A fines de los años 90 se completó el programa de prefactibilidad de la iniciativa. Actualmente estamos culminando el programa de factibilidad y realizando una línea de base que incluye las variables socio-económicas (en cooperación con distintas instituciones y universidades)”, revela.
Es verdad, reconoce, que habrá que superar los inconvenientes planteados por la Ley provincial 5.001 del año 2003, que prohíbe la modalidad open-pit. “De todas maneras, confiamos en que se avance con la zonificación provincial, prevista por esa misma legislación. La proximidad del proyecto minero Navidad puede jugar un rol importante al respecto”, asevera.
Adicionalmente, informa, U3O8 ya efectuó una evaluación económica preliminar con resultados favorables en el depósito superficial Laguna Salada. “La firma prevé la extracción integral de uranio y vanadio”, anticipa.
Por su parte, el proyecto Meseta Central de UrAmerica –que rodea al depósito Cerro Solo– alberga recursos inferidos por más de 7.000 Tn. “Debe destacarse que un 75% de éstos se encuentran en acuíferos confinados. Por eso se analizará la factibilidad de una producción de lixiviación in situ, la cual sería muy positiva desde lo económico, lo técnico y lo social”, subraya.
En el Noroeste Argentino (NOA), la CNEA tuvo en operación por prácticamente 20 años el depósito Don Otto. “El tonelaje es muy inferior al de Sierra Pintada, aunque ya se conoce la tecnología necesaria para su aprovechamiento. Igualmente, para pensar en su reapertura deberíamos ampliar la propiedad minera, aumentar los recursos, actualizar los informes de impacto ambiental, realizar estudios para la extracción de bloques por lixiviación y analizar la viabilidad de extracción subterránea por lixiviación in situ, entre otros ítems”, expone.
Finalmente, la entidad dispone del depósito Laguna Colorada, en Chubut. “Éste presenta un muy bajo tonelaje, pero su proximidad a Cerro Solo le otorga cierto interés de cara al futuro”, completa. ›|‹