Hace apenas dos semanas y bajo la bandera de YPF, se inauguró una estación de servicio en el cruce de Mosconi y Campana, en el corazón del barrio porteño de Villa Pueyrredón. Tal circunstancia merece especial atención ya que no se trata de un hecho aislado: en 2013, el sistema expendedor de combustibles sumó 80 nuevos puntos de venta, quebrando así la racha negativa de los últimos 8 años, un lapso en el cual cerraron más de 2.200 estaciones de servicio.
Estas son las principales conclusiones de una estadísticas de la cámara sectorial AES (Asociación de Estaciones de Servicio): a diciembre del año pasado había 4.348 estaciones distribuidas en todo el país, que contrastan con las 4.268 que había en el mismo mes de 2012. Sin embargo, el repunte del negocio (sobre todo por la mejor rentabilidad debido al fuerte aumento de los precios de los combustibles) aún resulta insuficiente para atender a los 11,8 millones de autos que están en uso, un déficit comprobable en las largas filas que se forman en cada surtidor, de acuerdo con lo publicado por Clarín.
El cambio de tendencia es una buena noticia, pero aún falta mucho para compensar casi una “década perdida”. En ese lapso, “cerraron entre 150 y 200 estaciones por año”, resume Luis Navas, directivo de la AES. El negocio de vender combustibles, añade, depende de dos variables: volumen y precio. En el primer caso, las petroleras y refinadoras asignan un cupo determinado a cada estación, que no varía aunque suba la demanda. Y los precios estuvieron muy por debajo de la inflación, por lo menos hasta la estatización de YPF, en 2012. “Los costos fijos, en cambio, subieron mucho”, explica Navas.
Menos estaciones y más autos: esa fue la tendencia de los últimos años, tal como surge de un estudio de la consultora abeceb. De 2004 a 2012, se pasó de 1.633 vehículos por estación a 3.056. Y esto sin computar el incremento del parque automor registrado el año pasado, en el que se patentaron 955.000 autos 0 km, un récord. La mayor demanda de combustible no implica necesariamente mayores ganancias para los dueños de los surtidores. Ya se dijo, las estaciones tienen cupos asignados. “¿Quiénes se beneficiaron? Las megaestaciones que están en las autopistas y los grandes operadores, que pertenecen a las petroleras”, asegura Navas.
De las 4.348 estaciones de servicio que hoy están en actividad, 1.456 pertenecen o trabajan con YPF. Es decir que un tercio de las bocas (el 33,5%) son distribuidoras de la petrolera estatal. Las que son operadas por terceros perciben un porcentaje fijo de la facturación. Por tal motivo, el precio de los combustibles define en gran medida la rentabilidad de la operación. Las otras fuentes de ingreso (autoservicio, engrase o gomería), no tienen tanta incidencia.