Chile está en el último lugar del ranking OCDE de inversión nacional en investigación y desarrollo científico con un 0,37% del PIB; el aporte de las empresas a la investigación en universidades es de solo 3,4%; Chile cuenta con una mayor producción de cobre que Australia y Canadá, pero tiene entre 60 y 80 veces menos investigadores por tonelada del mineral que esos países, y el 0% de los directores y el 3% de los gerentes de empresas mineras chilenas tienen grado de doctor.
Esas fueron algunas de las conclusiones del estudio «Revolución Tecnológica y Capital Humano en Minería», presentado hoy en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. El documento fue elaborado por los investigadores Patricio Meller y Bárbara Salinas, quienes son parte de la iniciativa Beauchef Minería, centro de pensamiento nacido al interior de dicha facultad que apunta a colaborar con la definición de políticas públicas en el sector minero mediante coloquios y estudios técnicos de amplio espectro.
El reporte presentado se centra en la llamada «Cuarta Revolución Industrial» (formada por la robótica, la internet de las cosas, la biogenética, inteligencia artificial y otras disciplinas de avanzada), las capacidades que el capital humano en minería debe poseer para aprovecharla, el estado de Chile en la materia y los pasos necesarios para que la industria no quede rezagada a nivel global.
«La Revolución Industrial 4.0 ya está aquí y en Chile no estamos en el mejor pie para hacerle frente. Es necesario que las empresas mineras no solo aporten más a la investigación y desarrollo tecnológico, sino que además incorporen más ingenieros y especialmente doctores a sus filas, pues son los que manejan el conocimiento necesario para hacer que la minería chilena no pierda relevancia frente a otros países», explica Patricio Meller.
El académico ilustra la situación chilena con cifras: «A igual PIB per cápita, Australia y Canadá tienen tres veces más investigadores en I+D que Chile. Esos mismos países tienen menos producción de cobre que Chile, pero tienen entre 60 y 80 veces más investigadores por tonelada producida del metal. Y en nuestro país el 0% de los directores y el 3% de los gerentes de empresas mineras tienen un doctorado, mientras que, en Alemania, un 30% del directorio y el 25% de los gerentes son doctores».
Es por eso que en el informe se hace un llamado a forjar alianzas con universidades y centros de investigación para impulsar el desarrollo tecnológico chileno y así no depender de importaciones. Meller también propone la creación de consorcios entre empresas para trabajar en temas específicos comunes («por ejemplo, monitoreo de relaves») y así aprovechar economías de escala que hoy están siendo desperdiciadas por el afán competitivo entre compañías.
Por su parte, Javier Ruiz del Solar, director ejecutivo de Beauchef Minería, señaló que el capital humano «es un elemento clave para abordar adecuadamente este proceso y, ciertamente, aquellos países y las industrias que cuenten con profesionales entrenados en las nuevas tendencias podrán adaptarse adecuadamente al tsunami tecnológico que nos está inundando». Por esta razón, asegura que el estudio es de crucial importancia «al identificar aspectos fundamentales que deben ser abordados por Chile y su minería para ser parte de esta era tecnológica y no claudicar en el intento».
Instancias de discusión
El evento de presentación del estudio contó también con dos paneles de discusión en los que participaron personalidades destacadas del ámbito minero: Óscar Landerretche, expresidente del directorio de CODELCO y académico de la Universidad de Chile; Alejandra Wood, directora ejecutiva de CESCO; Marcelo Álvarez, vicepresidente de Recursos Humanos de CODELCO; Diego Hernández, presidente de SONAMI; Juan Cariamo, vicepresidente de Minnovex, y Juan Pablo González, presidente del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile.
Entre algunos de los temas planteados por los representantes de la industria, surgió la necesidad de reorientar la inversión en I+D+i con foco en las universidad nacionales; fortalecer la relación academia – industria; promover un cambio cultural que aborde la Revolución Industrial 4,0; aumentar el número de doctores en empresas mineras, tanto grandes como medianas, y fomentar políticas de Estado que enfrenten los desafíos actuales de la minería.
Fuente: Prensa.