El sector se encuentra trabajando codo a codo con el Ministerio de Energía y Agroindustria en la elaboración de la segunda etapa de desarrollo del bioetanol, que podría seguir los pasos del exitoso modelo brasileño y generar inversiones por hasta 500 millones de dólares en el corto y mediano plazo.
El 2016 fue un muy buen año para el bioetanol de maíz. A pesar de las zozobras iniciales, ligadas al fin de las retenciones al maíz y a la devaluación– que provocaron un brusco aumento del precio local del cereal –, el año terminó con un precio que refleja correctamente su estructura de costos y un volumen que, aun en recesión, creció en cerca de 3%.
Simultáneamente, el cambio de autoridades de fines de 2015 generó en Energía y en Agroindustria mayor transparencia de información, una mejor gestión del sector, respeto de la seguridad jurídica y un novedoso espacio de intercambio de ideas, todos hechos que desembocarán en una fuerte expansión de nuestra industria.
En 2017 debería anunciarse la segunda fase del plan de desarrollo del bioetanol, inspirado del modelo brasileño.
La Argentina adoptaría por un lado la tecnología de autos Flex (que pueden funcionar hasta 100% con alcohol hidratado) y, en la medida que se modernice el parque automotor tradicional, aumentaría progresivamente el corte en las naftas con alcohol anhidro hasta llevarlo del 12% actual al 25%.
Visto los límites para crecer en superficie sembrada que tiene la caña de azúcar, casi el 100% de esa nueva demanda de etanol será provista en base a maíz: en la actualidad solo se utilizan alrededor de 1,5 millones de las 25/30 millones de toneladas que se producen anualmente en la Argentina para generar unos 500.000 m3 de etanol. Es pues enorme el potencial de crecimiento para seguir alimentando la cadena de valor con energía renovable.
La industria del bioetanol de maíz está constituida hoy por Promaiz, en Alejandro Roca, Córdoba, Vicentín en Avellaneda, Santa Fe, ACA Bio, en Villa María, Córdoba, Diaser en Villa Mercedes, San Luís, y Bio4, en Río Cuarto, Córdoba.
Además de producir el 50% del biocombustible ecológico destinado al corte de las naftas, estas empresas retienen gran parte del contenido alimenticio del maíz fabricando granos destilados (DGS), un producto rico en proteínas, nutrientes y minerales destinado a la alimentación animal, especialmente para tambos y feedlots.
Al igual que en la primera etapa, el crecimiento vendrá seguramente de la mano de proyectos de escala media o grande, ya que por una cuestión de costos operativos, productividad, seguridad e higiene, no son recomendables los micro emprendimientos (menos de 150 m3/d).
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