Recientemente, Minera Alumbrera transfirió a Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD), que es socia al 20% en la explotación de Bajo la Alumbrera, unos $300 millones de pesos.
Parte del dinero se destinará a solventar el déficit, cronificado en la firma desde la asunción como presidente de Santiago Albarracín, pero la porción mayor se derivará a la EC SAPEM en el marco de un convenio para tender una línea de alta tensión para Farallón Negro. Como la distribuidora estatal no está en condiciones de llevar adelante una obra de tal magnitud, tendría que contratar a otra con la capacidad técnica para hacerlo.
Esta triangulación millonaria para financiar provisión energética para el yacimiento Farallón Negro es una buena noticia, aunque haya que lamentar que una porción no menor de la transferencia deba derivarse a cubrir los agujeros provocados por los desatinos administrativos.
Minera Alumbrera dispuso de los recursos debido a la suspensión por al menos dos años de las inversiones que había previsto para la explotación del denominado “underground” (extracción de mineral por vía subterránea) y la consecuente dilación del programa de cierre de mina. Hechos y decisiones por completo ajenas a la voluntad de la interestadual, que no obstante tiene la suerte de oxigenarse y lograr financiamiento para reforzar su infraestructura.
Habrá que ver si este golpe de fortuna es suficiente para revertir la devaluación de la empresa. Como se ha informado en otras oportunidades, YMAD inició desde el ingreso de Albarracín en 2016 un sostenido proceso de deterioro empresarial, materializado en despidos, desaparición de las inversiones, cierre de la planta de refinamiento que tenía en la Capital y el agotamiento de las millonarias reservas en dinero y mineral que había legado la gestión anterior. Que un porcentaje de los $300 millones tenga que emplearse en cubrir rojos prueba que estas reservas se consumieron en aras de la impericia.
El ajuste sistemático, sin embargo, no fue óbice para algunas liberalidades.
Por ejemplo: poco después de despedir alrededor de una decena de empleados con la excusa de un reordenamiento, la conducción celebró por lo menos cuatro interesantes contratos por montos suculentos con personas bien vinculadas en Catamarca.
La administración opaca de Albarracín sumó elementos sugestivos cuando se descubrió que, en lugar de seguir cursando sus fondos a través del Banco Nación, como hacen todas las empresas estatales y los organismos del Estado, entregó la administración a la financiera Puente.
Como el sentido de esta maniobra no fue explicado, se acentuó la sensación de que la administración de YMAD abunda en puntos no demasiado católicos.
Los $300 millones, de cualquier modo, están, y es de esperar que se les saque el mayor provecho posible en tren de por lo menos ralentizar la caída.
La línea de alta tensión es un paso cuya importancia recién podrá considerarse, no ya cuando esté hecha, sino cuando sea posible avizorar un plan consistente para rescatar a YMAD de su incierto destino.
Mientras Albarracín, o quien lo reemplace, no avance en tal sentido, acontecimientos como la posibilidad de una línea de alta tensión continuarán teniendo alcance político restringido en términos de credibilidad.
Fuente: El Ancasti