De acuerdo con el investigador Jorge Czajkowski
Dotar de sustentabilidad los techos de las viviendas argentinas representa un mercado potencial de u$s 17.000 millones, según el especialista Jorge Czajkowski, quien resalta las oportunidades económicas de la innovación en la construcción.
Además de contribuir de manera activa con la búsqueda de la eficiencia energética, la arquitectura sustentable puede aportarle grandes beneficios económicos al país. Así lo cree Jorge Czajkowski, quien dirige el Laboratorio de Arquitectura y Hábitat Sustentable (LAyHS) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
“Para dimensionar la oportunidad en el desarrollo de innovación dentro del mercado local de la construcción, podemos estimar que en la Argentina hay 12 millones de viviendas con una media ponderada de 76 metros cuadrados (m²) cada una, lo que implica unos 900 millones de m² de superficie cubierta total. Si calculamos que la mitad son techos y que un nivel de aislamiento térmico adecuado (de 10 centímetros –cm–) implica una inversión de u$s 38 por m², estamos ante un mercado potencial de u$s 17.000 millones sólo en sustentabilizar techos”, puntualiza el especialista en diálogo con El Inversor Energético & Minero.
Según sus palabras, muros, ventanas, puertas, climatizadores eficientes, calentadores de agua eficientes o solares, domotización, uso racional del agua y reúso de agua constituyen otros ítems para considerar. “Si se decidiera reciclar apenas una décima parte del parque edilicio, las posibilidades para emprendedores, Pymes y grandes empresas serían enormes”, resalta.
A esto, indica, debe sumarse la generación de empleo genuino con diverso grado de especialización, el movimiento económico y los ingresos impositivos, sin excluir ningún material o tecnología en aras de la eficiencia energética. “Este proceso no es novedoso, ya que desde los años 70 y 80 lo promueven Alemania, Francia, Austria, Inglaterra, las naciones escandinavas y, por estos días, Italia. Durante cuatro décadas, estos países reciclaron casi todo su hábitat construido”, explica.
Alemania y Austria, por ejemplo, cada año consumen menos que el anterior con crecimiento poblacional y económico. “Queda para el debate por qué los países con modelo similar al nuestro –que ponderan el crecimiento a partir del aumento de la demanda de energía– suelen presentar más dificultades en su economía”, cuestiona.
Más que una moda
La Argentina dispone de normas, reglamentos y leyes que pueden servir de instrumentos de cambio en el ámbito de la arquitectura sustentable. “Diversos actores sociales han presionado para crear nuevos instrumentos y éstos son parte del actual Gobierno nacional”, destaca Czajkowski.
A su entender, en los profesionales hay un gran interés por el tema, mientras que los comitentes ya comienzan a exigir proyectos sustentables. “El presidente Mauricio Macri se comprometió a invertir en energías renovables y sustentabilidad. En ese sentido, creó un Ministerio de Energía que contiene una Subsecretaría de Eficiencia Energética. Y varios municipios han venido permitiendo construcciones sustentables bajo la total responsabilidad del proyectista que no cumplen las ‘reglas del arte de la construcción’ establecidas en 1958”, opina.
El mercado, añade, no deja de ampliar la oferta de materiales, productos y servicios. “Ya ha egresado la primera camada de especialistas de varias carreras en La Plata, Mendoza, Salta y Córdoba. Se están abriendo nuevas carreras que con el tiempo impactarán en el pregrado de arquitectura e ingenierías”, señala.
Desde su óptica, también debe destacarse la disponibilidad de créditos de organismos internacionales y el creciente compromiso mundial por modificar los modos de habitar tradicionales. “Por todo esto puedo decir que la arquitectura sustentable ya no es una moda pasajera”, sostiene. ›|‹
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Actores involucrados
Actualmente hay diversos actores que están trabajando para impulsar la arquitectura sustentable en la Argentina. A decir de Czajkowski, en el sector académico se están creando grupos de investigación y desarrollo, así como financiando iniciativas para concretar proyectos y formar a futuras generaciones de profesionales. “También hay emprendedores que destinan sus ahorros a generar ofertas de productos y servicios, y multinacionales que invierten mucho. Además, la Secretaría de Energía trabajó intensamente durante la década pasada en propuestas como el Decreto 140/2007, el etiquetado energético de productos eléctricos y de edificios, y normas como la IRAM 11.900. Y el actual Gobierno viene impulsando acciones en fuentes renovables y eficiencia energética”, ejemplifica.
A su entender, entidades como la UNLP y el CONICET no tienen una meta en pos de la eficiencia energética. “Quienes sí la tienen son los profesores e investigadores que desde sus cátedras o laboratorios –y apelando a la libertad de cátedra, los posgrados o magros fondos para investigación– persisten en su actitud rebelde”, subraya.
Entre las recientes iniciativas de la actual gestión en la UNLP, menciona la flamante creación de la Mesa Permanente de Cambio Climático y la incansable labor del LAyHS. “Hoy se trabaja en un protocolo de certificación de edificios sustentables adecuado a nuestra particular realidad, a partir de trabajos de investigación y de consultoría académica”, completa.