La estatizada YPF no estuvo ajena a los vaivenes de los mercados y ayer su acción se desplomó casi 10% en la Bolsa de Buenos Aires. En sintonía con el resto de los papeles que cotizan en el Merval (ver Tapa de Finanzas), la falta de acuerdo entre el Gobierno argentino y los fondos buitre para evitar un default arrastró y golpeó a YPF, que retrocedió unos $ 39 (con una caída de 9,9%) y terminó con un valor de $ 353 por papel. De esta manera, la capitalización bursátil de la empresa que controla el Estado con un 51% de acciones en su poder, descendió hasta $ 138.839 millones o su equivalente de u$s 16.910 millones tomando el valor del dólar oficial del día y según datos relevados de Bloomberg.
Si bien los valores de ayer distan de los precios récord que la compañía alcanzó el 11 de julio, cuando su valor de mercado terminó en $ 148.082 millones, dado el contexto de cesación de pagos en la que se encuentra el país la caída fue moderada, teniendo en cuenta que la acción trepó también casi un 10% el día anterior (cerrando en un máximo de $ 392) y también anotó subas los días previos debido a que el mercado descontaba un acuerdo entre las partes. En Wall Street, donde también cotiza la acción (ADR), el papel también sufrió y perdió 9,07%.
Sin embargo, los analistas en el mercado están a la expectativa y no descartan futuras pérdidas porque entre los riesgos que traería aparejado un default destacan el endurecimiento de condiciones para colocar deuda en los mercados internacionales. En esta línea, indican que a la empresa le costará volver a financiarse en el exterior, como había conseguido hacer el año pasado después de varios años de tener vedado ese frente. A su vez, algunos expertos también advierten que otra de las consecuencias derivaría en un freno en las inversiones e ingresos de divisas al país por esta vía. El negocio petrolero, y sobre todo el megayacimiento no convencional Vaca Muerta que se extiende en la provincia de Neuquén y que YPF opera, necesita de grande flujos de capitales y de alianzas con socios estratégicos extranjeros para desarrollarse.
A poco de haber asumido la conducción de la empresa, Miguel Galuccio, anunció en agosto de 2012 un ambicioso plan que demandaría un total de u$s 37.000 millones hasta el 2017. Buena parte de esos fondos, había dicho el ingeniero, se conseguirían tanto de deuda contraída con los mercados como del aporte de capital de otras compañías, como lo hizo con Chevron. No obstante, desde la compañía estatal se muestran tranquilos y aseguran que para este año se cumplieron los objetivos de inversión y que están cubiertos en cuanto a emisión de duda.