Aldo no es Aldo. Cuando se comunicó con esta redacción, pidió que se preservara su identidad, lo que derivó en la adopción de ese alias. Cuenta que no es un improvisado. Que trabajó largos años en la antigua Gas del Estado y, aun así, debió pasarse largo rato tratando de entender qué había detrás del salto tarifario que encareció en un 445,7% (de $ 54 a $ 296) la factura que paga por el gas consumido de un año a esta parte. Dice que en su mente retumbaban las frases que más de una vez escuchó de la presidenta Cristina Kirchner, al criticar a los gobernadores e intendentes por subir tarifas o impuestos. Pero la última factura que le envió Metrogas la desmentía con una contundencia tal que decidió indagar. ¿Cuál es la explicación de semejante salto? Lo descubrió después de revisar uno por uno los once cargos que se suman en la factura, que hacen cada vez más dificultosa su lectura al consumidor. No era la quita del subsidio. Tampoco el nuevo cargo impuesto en 2012 para financiar obras de mantenimiento ni el recargo incluido desde 2002 para financiar compensaciones tarifarias para la Patagonia, una zona de Mendoza y la Puna. La explicación del salto estaba, básicamente, en la «socialización» que el Gobierno había dispuesto de los elevados precios que valida al importar gas, tras diez años de una política que dilapidó recursos hasta pulverizar el sueño de un país autoabastecido. «Lo que más bronca me da es que siguen poniéndome un cartelito enorme que dice que me subsidian, pero cuando miro la factura veo que lo que me cobran por importar gas es 40% más de los que me perdonan. Así que les voy a ofrecer que me quiten el subsidio, pero sólo si me dejan penalizarlos por su pésima gestión de los recursos», dice, sagaz, pero sin poder evitar el tono contrariado. El aporte de Aldo permitió comprobar que su caso no es aislado. Más aun si las actuales condiciones de abastecimiento se mantienen sin cambios y el país no logra reducir rápidamente sus importaciones, tenderá a generalizarse en los próximos meses. La novedad es que ya un amplio universo de usuarios residenciales paga mucho más por su consumo porque les cobran más por el fluido importado que lo que les «perdonan» en concepto de subsidio, de acuerdo con lo publicado por La Nación. En esa situación se encuentra buena parte de los que registran consumos categorizados como R3, lo que equivale a decir en todos los casos superiores a los 1000 metros cúbicos al año, según un promedio móvil que toma los últimos 12 meses. De acuerdo con cálculos internos de la distribuidora Gas Natural Fenosa, un consumo promedio anual de un hogar de recursos medios (una vivienda tipo con dos estufas, un termotanque y una cocina de 4 hornallas) es de 1095 m3, lo que deja a este universo dentro del tarifazo derivado de la importación de gas.
La importación de gas ya golpea hasta a los consumos subsidiados
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