El secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía, Alfonso Blanco, resaltó que la Olade analizará en diciembre, en Argentina, la situación del sector, que «transita un fuerte proceso de transformación» en la región, a través de nuevos modelos de negocios y cambios regulatorios y de gobernanza institucional de los recursos naturales.
«El sector energía está transitando un fuerte proceso de transformación, condicionado por las nuevas tecnologías, el desarrollo de nuevos modelos de negocio, cambios a nivel regulatorio, institucional y de gobernanza de los recursos naturales», expresó Alfonso Blanco, secretario ejecutivo de la Olade, en diálogo exclusivo con Télam.
Alonso analizó para esta agencia el presente energético de la región y los desafíos que serán ejes de las jornadas, a un mes de la realización de la Semana de la Energía que realizará Olade en Buenos Aires del 4 al 7 de diciembre, lo que incluye una reunión de ministros del área entre las actividades programadas.
Entre las dificultades que se analizarán, figuran también en la agenda temas como sumar la urgencia de «resolver los problemas de acceso a fuentes modernas de energía que tienen los 23 millones de latinoamericanos y caribeños que no poseen acceso a la electricidad».
El titular de la Olade destacó la disponibilidad de «nuevos recursos pasibles de ser explotados a partir de nuevas tecnologías y la evolución y expectativas a nivel de precios internacionales que afectan a países importadores y exportadores de petróleo y que ponen en discusión el rol del sector energía en el marco de los modelos de desarrollo elegidos».
El sector energía presentará aún en Latinoamérica «un sendero de crecimiento que acompañará los ciclos de crecimiento económico de las distintas economías domésticas», planteó el experto, con la convicción de que las fuentes de energía fósil convencional se mantendrán en un escenario futuro pero con una menor incidencia dentro de la matriz de cada país.
Si bien hay una visión aceptada de que las industrias extractivas, energo-intensivas, y la gradual electrificación de la demanda, serán los principales «drivers» a nivel de la demanda de energía en la región, Blanco entendió que «la evolución del sector energía se encuentra fuertemente condicionada por diversos problemas que aún deben ser resueltos.
«Debemos trabajar en la planificación sectorial de largo plazo para generar políticas de Estado que se encuentren alineadas con los modelos de desarrollo», resaltó el titular de la Olade.
La realidad de la región también obliga a plantear la necesidad de resolver las «diferencias de capacidades e infraestructura entre países», ya que cuando muchos países han disparado -por ejemplo- sus mercados de ERNC, otros tantos países de la región no han iniciado el camino a la transformación de sus sectores eléctricos.
En este sentido, Blanco consideró que «se está enfrentando un proceso no virtuoso, ya que los países con mayor necesidad de modificar su matriz energética, dependientes fuertemente de fuentes fósiles, son los que presentan mayores dificultades para que las fuentes renovables puedan penetrar mediante los mecanismos de mercado habituales».
Los ejes que también dominan la problemática latinoamericana refieren a «la inestabilidad política e institucional aún presente en la región y que demanda trabajar en términos de transparencia y anticorrupción» luego de procesos de corrupción de «un efecto devastador» para las capacidades regionales y que terminaron debilitando al sector en su conjunto.
Además, advirtió, los procesos de integración energética «aún se producen por impulsos cíclicos de contenido geopolítico y afinidad ideológica más que por aspectos técnicos vinculados al mejoramiento y eficiencia de los sistemas», mientras que la infraestructura de transporte y generación «requiere importantes inversiones para soportar la generación distribuida y a las nuevas tecnologías».
Blanco dedicó un párrafo especial a los regímenes subsidiados de energía que resultan «una importante barrera económica presente en muchos países que bloquea o enlentece la penetración de nuevas tecnologías», lo que involucra la generación con renovables y a las tecnologías de eficiencia energética.
«Sin embargo los efectos a nivel social y en la política interna asociados al sinceramiento de las tarifas de los servicios públicos y combustibles respecto a sus costos de producción también deben ser considerados», admitió.
Dentro de los ejemplos más destacados en América Latina y El Caribe en materia de inicio de su transición energética, el titular de la Olade mencionó a México, país que, luego de su reforma energética, y con una agenda de cambio climático, desarrolló un programa de diversificación energética.
También citó a Uruguay, que tomó la decisión de no utilizar más combustibles fósiles y llevó a cabo un fuerte programa de inclusión de energía eólica.
Completó los ejemplos con Costa Rica, que anunció la meta de ser una economía de carbono neutral al 2020, y con Chile, que aprobó una Ley de Energía Renovable para que en el 2020, el 20% de la matriz energética sea renovable.