El subsecretario de fiscalización de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Juan Trebino, sostuvo que es «prácticamente imposible» un derrame del mercurio líquido, porque los contenedores que lo llevan «son a prueba de golpes y presión hidráulica».
La carga de ese residuo peligroso generó una fuerte polémica en San Juan y en las otras provincias por donde pasó.
Trebino, en declaraciones a la Agencia Télam, dijo: «Este es el primer traslado de mercurio, considerado residuo peligroso, según indica el convenio de Minamata, al que adherimos, porque ya no se comercializa más como producto y será depositado en una mina de sal, una vez solidificado, para evitar que contamine».
«Como el mercurio se puede transformar pero no eliminar, se lo solidifica y queda como una arena color roja que se colocará en minas de sal y de esa manera no afecta al ambiente», explicó el funcionario.
Los dos convenios internacionales a los que adhirió la Argentina, que contemplan la regulación del tratamiento del mercurio, son el convenio de Basilea (1998), que establece «el control de los movimientos transfronterizos de deshechos peligrosos y su eliminación», y la convención de Minimata (2013), con el objetivo de «proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones y liberaciones antropógenas de mercurio y sus compuestos».
Disposición final
El residuo peligroso recibirá un proceso de estabilización en Suiza, donde al mercurio líquido se lo transforma en sulfuro de mercurio para volverlo al estado sólido, y luego será trasladado a una de las 5 minas de sal que hay en Alemania, utilizadas para contener distintos tipos de desechos de plantas nucleares, donde quedará sepultado, informaron.
Fuente: El Tribuno