Los activos bursátiles volvieron a sufrir fuertes bajas ayer, porque a la presión que les puso el reacomodamiento del dólar arbitraje de los últimos días se sumó, en el caso de las acciones, el efecto desilusión que generó una ola de ventas de los papeles de empresas energéticas.
La caída se dio además en un contexto de huida de los activos de riesgo en general, al volver a especularse que los últimos datos de la economía de Estados Unidos podrían obligar a la Reserva Federal a analizar la reducción de los estímulos. Particularmente, los datos sobre manufacturas y gasto en construcción, mejor de lo esperado, reactivaron las dudas por lo que, de aquí en más, la atención estará centrada en un calendario económico repleto de datos en lo que resta de la semana.
Pero lo que más volvió a condicionar el rumbo de los negocios financieros aquí son las definiciones que surgen en el plano local, ahora que quedó a la vista que el Gobierno insiste en la idea de perfeccionar el cepo para tratar de frenar el drenaje de reservas, cuando se pensaba que había decidido poner el foco en las estrategias para captar divisas. «Con una adecuación de tarifas, buscamos reducir el subsidio en los sectores de mayores ingresos», expresó ayer Jorge Capitanich , jefe de Gabinete, al comentar la política tarifaria de servicios públicos.
Por caso, ayer buena parte del derrape del 4,3% del índice Merval se definió por el derrumbe de las acciones de las empresas eléctricas, ahora que varios funcionarios aclararon que la idea bajo estudio pasa otra vez por recortar los subsidios a los consumidores, sin que se mencione una revisión de los cuadros de ingresos de las empresas. Esto disparó ajustes del 7% promedio en los precios de estos papeles, que eran (y siguen siendo hasta ahora) los más rendidores del año. El ajuste se extendió a los bonos, sin distinción de monedas, pese a que el «contado con liqui» dejó de caer, aunque la Anses sigue liquidando a mansalva Boden 15 y Bonar X.