En la Argentina todo cambia vertiginosamente. Incluso la situación de empresas que pertenecen a estados de reconocida afinidad política y comercial con el nuestro. Es el caso de la filial local de la venezolana PDVSA, que al presente acotó al mínimo su presencia, abriendo interrogantes acerca de su continuidad en el mercado. Según consignó Surtidores, la petrolera aterrizó en el país hace tan solo nueve años. Su presentación en sociedad fue a toda orquesta cuando el entonces presidente Hugo Chávez ante una numerosa concurrencia de piqueteros y activistas dejó inaugurada la primera estación de servicio Enarsa-PDVSA. Chávez manifestó: “Esto está apenas naciendo. Este año abriremos 600 estaciones similares”. Lo acompañaba el actual ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, quien sostuvo que intentarían captar las estaciones independientes. Un año más tarde, PDVSA anunciaba su asociación con Sol Petróleo que contaba con más de 150 bocas. Para la petrolera uruguaya era todo un salvataje: por las condiciones de comercialización imperantes que en ese momento perdía dos millones de dólares mensuales. Nuevamente se hablaba de su posicionamiento futuro y de instalarla en el podio de las empresas del sector, aunque poco tiempo después la realidad del mercado dejó al descubierto las consecuencias de una operación deficitaria de marcado tinte político. Las únicas dos estaciones embanderadas fueron desmanteladas en 2010. La empresa fue navegando en un mar de indefiniciones hasta llegar a este presente con la mitad de los puntos de venta de los que había arrancado.