A pesar del menor consumo de fábricas y complejos productivos, las importaciones de energía no detienen su marcha creciente. De enero a junio de este año, las compras de combustibles y productos ligados al sector hidrocarburífero -como lubricantes y otros derivados- se encarecieron un 14% con relación al mismo período de 2013. La cuenta ascendió hasta los US$ 4.875,14 millones contra lo US$ 4.276 millones del año pasado, según datos de la Secretaría de Energía, que dirige desde el mes pasado Mariana Matranga.
La curva de las importaciones de energía muestra una tendencia inercial creciente. Según estadísticas oficiales, la factura por el gas natural licuado (LNG) que llega a las terminales de Escobar y Bahía Blanca ascendió a US$ 1.922 millones, un 12,4% más que en la primera mitad de 2013 (U$S 1709 millones). La expansión de la cuenta del gas importado desde Bolivia fue similar (11,7%) y en lo que va del año costó US$ 1.186 millones.
Es decir que las necesidades gasíferas del país explicaron casi un 60% de las importaciones energéticas totales.
En materia de combustibles, se registró una baja de la importación de nafta super. Las compras del producto preferido por las automovilistas descendió un 8,2% hasta los U$S 78,9 millones.
Las petroleras -YPF, Shell, Axion (Esso), Shell, Petrobras y Oil- optaron por adquirir nafta Premium. La factura del derivado de de mayor octanaje creció un 18,7% hasta los US$ 238 millones.
La dinámica del gasoil es diferentes. La importación de gasoil grado dos, el de menor octanaje, tuvo un salto del 60,5%, que se explica, fundamentalmente, por la pérdida de capacidad de refinación que perdió YPF tras el incendio de la destilería de Ensenada, en abril de 2013.
La cuenta del gasoil común -que se destina no sólo a los surtidores, sino también a industrias y transporte de carga y pasajeros- trepó hasta los US$ 385 millones. Mientras que la importación de gasoil Premium, el más consumido por los automovilistas particulares, descendió un 6,7 por ciento.