La región latinoamericana logró consolidar su protagonismo dentro de la minería mundial, captando cerca de un tercio de las inversiones en la actividad a nivel global. Países como Chile, Perú y México han cifrado sus esfuerzos en que la industria sea uno de los puntales de desarrollo para sus habitantes, mientras que otras naciones, como Argentina y Colombia, está aún lidiando por legitimarse socialmente.
Este atractivo también se refleja en las operaciones actuales, siendo Chile el principal productor de cobre, mientras que Perú es el tercero. En el caso del oro, Perú, México y Brasil están en el “top ten”, mientras que, en la plata, México es el líder a nivel global, en tanto que Perú, Bolivia y Chile también se ubican dentro de las primeras diez posiciones. En lo que es hierro, Brasil se ha consolidado como el tercer productor del mundo, y apunta a seguir creciendo.
Así, pese a la caída de los commodities y el fin del súper ciclo de los metales, si se cuentan solo los países que pertenecen a la llamada Alianza del Pacífico, esto es, Chile, Colombia, Perú y México, se totalizan proyectos mineros que superan los US$200.000 millones.
La Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) ha estimado que el país cuenta con una cartera de proyectos mineros de US$105.000 millones a 2023, de los cuales US$80.000 corresponden a desarrollos cupríferos. Si se concretara la totalidad de estas iniciativas, la producción de cobre de Chile pasaría de los 6 millones de toneladas actuales a 8,5 millones a 2025.
Sin embargo, el país sudamericano no tiene un camino fácil: al descenso en la cotización de los minerales, se suman dificultades internas, como son el incremento en el costo de los insumos críticos, especialmente el de la electricidad y del recurso hídrico, este último que provendrá de manera creciente del mar; un déficit de mano de obra calificada, y la disminución de leyes de los minerales. El escenario es especialmente desafiante para Codelco, la principal empresa del país, que debe ejecutar sus proyectos mineros para mantener su producción, ante el inminente agotamiento de algunos de sus yacimientos.
Por montos, el proyecto más grande es Expansión Andina 244, parte de los proyectos estructurales de Codelco, que con una inversión de US$6.586 millones, considera elevar la producción en la División Andina de la estatal (en la zona centro del país), de 94.000 tpd alcanzadas con el PDA Fase I a 244.0000 tpd hacia 2023. Esto se traducirá en que las toneladas de cobre fino aumenten en 343.000 toneladas, hasta llegar a las 600.000 toneladas para los primeros 30 años de operación, extendiendo la vida útil del yacimiento hasta 2085.
Le sigue el proyecto Cerro Casale, donde el 75% pertenece a Barrick Gold, ubicado en la Región de Atacama, una de las zonas de Chile con más alto potencial minero. Con una inversión de US$6.000 millones, posee recursos de 808,2 Mt 0,361 gpt Au; 0,177% Cu; y 1,053 gpt Ag. La capacidad de tratamiento será de 75.000 tpd de mineral oxidado a cianuración y 150.000 tpd a 170.000 tpd para el mineral sulfurado. Actualmente el proyecto se encuentra suspendido por la empresa y en revisión, debido al retraso que presenta el proyecto binacional Pascua-Lama, también controlado por la minera canadiense.
El tercer proyecto más relevante por monto de inversión es Quebrada Blanca Hipógeno, de la mina de cobre propiedad de Teck, en la Región de Tarapacá, que con una inversión de US$5.590 millones, contempla la explotación de los recursos de sulfuros primarios ubicados bajo los recursos lixiviables actuales, lo que permitirá prolongar la vida útil de la faena por unos 39 años más. La inversión inicial implica la construcción de una planta concentradora con capacidad de 135.000 tpd, un depósito de lastre e instalaciones para el transporte del concentrado al puerto. Su puesta en marcha está definida para 2019.
En la región minera de Antofagasta se ubica el proyecto Radomiro Tomic Sulfuros, también proyecto estructural de Codelco que permitirá la continuidad del desarrollo de la mina rajo abierto de la División, cuya producción de óxidos decaerá fuertemente a partir de 2018, a través de la explotación de sus reservas de sulfuros estimadas en 2.482 millones de toneladas, con una ley media de cobre de 0,49%. Su año de puesta en marcha sería 2018, e involucra una inversión de US$5.226 millones.
Perú se ha consolidado como una potencia polimetálica, haciéndole honor a su tradición minera, donde el cobre ha adquirido el principal protagonismo de cara al futuro. Es así que el gobierno se ha puesto como meta alcanzar 2,8 millones de toneladas de producción anuales del metal rojo a partir de 2016. Entre enero y octubre del año pasado, la producción cuprífera en la nación incaica fue de 1,15 millón de toneladas, 2,15% más que en el mismo periodo de 2013. Actualmente, la cartera de proyectos de Perú totaliza US$61.000 millones, monto del cual el 64% aproximadamente representa iniciativas cupríferas.
Según las cifras dadas a conocer por la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (Caem), los diez principales proyectos mineros en ese país implican una inversión de US$27.500 millones hacia 2020. Estos proyectos son, en orden de magnitud: Pascua-Lama, Potasio Río Colorado, El Pachón, Los Azules, Agua Rica, Cerro Negro, Cauchari-Olaroz, Navidad, Lindero y El Quevar.
Sin embargo, Pascua-Lama es un proyecto binacional, donde de un total de US$8.500 millones, se materializará una inversión de US$4.250 millones en Chile (ver recuadro). Por otro lado, Potasio Río Colorado, que implica una inversión de US$5.915 millones, fue cancelado por la brasileña Vale al no recibir facilidades tributarias ante el aumento de costos, por el alto monto de la inversión involucrada y las malas perspectivas del mercado del potasio, con lo que la minera ha manifestado que quiere deshacerse del desarrollo.
Les sigue en monto de inversión el proyecto El Pachón, controlado por Glencore, yacimiento de cobre y oro ubicado a 30 km al oeste de la ciudad de San Juan en Argentina, a 5 km del límite con Chile. Con una inversión estimada de US$3.000 millones (anteriormente era de US$4.100 millones), la producción promedio de la mina será de 200.000 toneladas anuales de cobre durante los primeros cinco años, mientras que el promedio de vida útil de producción alcanzaría las 140.000 toneladas por un periodo mayor a 30 años de vida útil del proyecto. En 2015 se presentará su Estudio de Impacto Ambiental, para comenzar a partir del siguiente año con la construcción del campamento y obras del yacimiento con miras a iniciar la producción de mineral en 2018.
Respecto al bajo monto de las inversiones mineras para el potencial argentino, el sector privado de ese país señala que la actividad se ha visto afectada por la inflación, los impuestos recesivos y las restricciones cambiarias, factores que se combinan con la coyuntura minera mundial.
Brasil es el país que tiene los yacimientos de hierro más grandes del mundo, y uno de los principales actores de este mercado, por lo que quiere seguir creciendo. Para ello, hay una cartera de proyectos que superan los US$40.000 millones, entre proyectos de expansión y nuevas minas. Entre las iniciativas en carpeta, destaca el proyecto Carajás S11D de Vale, que involucra una inversión de US$19.670 millones, para levantar una unidad con una producción 90 millones de toneladas por año cuando alcance la plena capacidad, en 2018.